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miércoles, 14 de junio de 2017

Últimos años en Benidorm

JOSÉ FÉLIX Y HANSI.


En las Navidades de 1998, como es tradicional, intervine como organista acompañando al coro de "la Barqueta" en el concierto que todos los años ofrecíamos al público por estas entrañables fechas. 

En esta ocasión, al finalizar el recital, dos personajes -con quienes he mantenido larga amistad posteriormente- se acercaron a mí para felicitarme. A uno de ellos, José Félix, ya lo conocía -y el a mí- de tocar el órgano él en las misas de la iglesia "Ntra. Sra. del Mar", labor que habitualmente realizaba en los servicios de las misas de las tardes de domingo en dicha parroquia -debo señalar que yo, aquellos años desde mi Primera Comunión hasta la adolescencia, solía desempeñar otra labor en las misas de los domingos por la tarde, la de leer las lecturas y el salmo antes del Evangelio-.

La otra persona, Hansi Struyck, una soprano holandesa de ya edad avanzada, me fue presentada por José Félix, quien no escatimó repetirme en aquel encuentro que se alegraba enormemente de verme y poder hablar conmigo, después de algún tiempo que llevábamos sin vernos. Hansi tampoco ahorró palabras para elogiarme por la manera de tocar mía que ella había apreciado a la hora de acompañar al coro, y me dijo que si me gustaría contactar con ella para quedar, entablar amistad, y acompañarle como soprano.
Nos despedimos los tres y nos felicitamos las Navidades. Y así terminó aquel bonito encuentro.

Hansi Struyck

Al cabo de unos días, una semana más o menos, caminando por la "Plaza Triangular" (Plaza de la Hispanidad, en el centro de Benidorm), nos topamos frente a frente Hansi y yo. Se le agrandaron los ojos, yo vagamente la reconocía, y ella me dijo quién era. Entonces caí. Me invitó a ir un rato a su piso (de la calle Gambo, que desemboca en dicha plaza) y enseñarme "su guarida", su piano y su música.

Era un piso muy pequeño; vivía allí sólo ella. En la sala de estar, que era el centro de la casa, estaba en un rincón el piano -creo que tenía algo más de cien años, según creo recordar que ella me dijo-. Era un piano de pared, no recuerdo qué marca, con las teclas ya amarillentas y un sonido bonito y testigo de la edad del instrumento. Sobre el piano diversas partituras, y alrededor varias pilas de libros de música y más partituras. En el centro de la estancia, una mesita redonda, y al lado opuesto del piano un sofá y en la pared varias estanterías con cientos de cintas de cassette y C.D,s de música clásica.
En el recibidor, pequeño pasillito que daba a  la sala de estar, otra gran estantería con muchos más libros de música -partituras-; muchos de ellos muy añejos y polvorientos, de estimable gran valor. En particular, tenía muchas recopilaciones de lieder de Schubert, Schumann y Strauss, un ejemplar de los cuales, que creo que tenía repetido, me lo regaló, y lo conservo entre mis partituras -y de vez en cuando me da por abrirlo y echarlo una ojeada y tocar alguno de sus lieder, con gran nostalgia; algunos de ellos recuerdo cuando lo tocaba yo en su piano acompañándola cantando ella-.

Tenía Hansi una voz impresionante. Era una soprano consagrada. Durante el año 1999, le hacía frecuentes visitas a su pequeña "guarida" -como ella denominaba a su modesto piso-. Lo pasábamos muy bien conversando y tocando a cuatro manos en su piano. Me llegó a prestar libros de Diabelli con muchas composiciones a cuatro manos. Me daba muchas partituras que tenía repetidas, o bien me hacía fotocopias de originales y luego le devolvía éstas. Tengo entre mis partituras una carpeta catalogada con su nombre, en la que tengo muchas partituras que ella me proporcionó, sobre todo lieder románticos. Citaré algunos, los que más recuerdo haber tocado aquellos tiempos en las visitas que le hacía acompañándole a ella cantar con su voz espectacular:

- "Nina",
- "¡Oh, mio babbino caro! (de la ópera "Gianni Schicchi", de G. Puccini),
- "Caro mio ben",
- "Morgen" (R. Strauss),
- "Der Tod und das Mädchen" (F. Schubert),

y por supuesto:

- "Ave Maria" (de F. Schubert), y
- "Panis Angelicus" (C. Franck).

... y muchas obras más...

En aquellas visitas me contaba cosas de su vida, de su familia (eran trece hermanos, y ella era la décima, gran mayoría de varones; pocos hermanos, tres o cuatro incluido ella todavía vivían -quizá ya estén todos con el Señor-). Tenía un carácter bromista, alegre, buen sentido del humor, amistosa, sencilla... Muchas veces me ponía música en alguno de sus reproductores para explicarme detalles de interpretación o significado musical de lo que escuchábamos. A veces tomaba el sol en la terraza contigua al salón, bajo el ya apretante sol de mayo mediterráneo, y charlábamos allí, o tocaba su flauta dulce. A veces me ponía un té o un zumo y nos poníamos a jugar al "Rummykub". Me enseñaba fotos de ella de joven, me preguntaba qué planes tenía yo para mi vida, personales y profesionales, de mis gustos, de mi tiempo libre... Me aconsejaba, me guiaba.

Cuando yo tocaba el piano, sobre todo cuando lo hacía solo, especialmente cuando interpretaba el famoso "Moonshine" ("Claro de luna") de Beethoven, insistía en el sentimiento y alma que debía poner en cada nota del acompañamiento y de la melodía; cerraba los ojos, me decía "con sentimieeeento, con corazón, con todo tu ser...". Es indescriptible plasmar por escrito la cara que ponía y la voz que tenía al darme esta serie de directrices mientras yo tocaba, pero el lector puede hacerse una idea o intentar comprenderme.



Poco a poco, yo les empecé a hablar a mis padres de Hansi hasta que un día vino a nuestra casa y comió y pasó el día con nosotros. Mis padres también vinieron conmigo alguna vez a su casa durante aquellos años de principios de este siglo -o finales del anterior-. Llegamos a cenar mis padres, ella y yo juntos en la Nochevieja de 2001/02, recuerdo, en un restaurante chino. O sea, se hizo amiga de mis padres y de la familia. Más de una vez vino a casa, y más de una fuimos nosotros a la suya, amén de las frecuentes que le hacía yo solo. Me preguntaba por José Félix, me decía que fuera a verle. Salíamos por la calle, le acompañaba a recados, a la farmacia. Íbamos a conciertos y eventos musicales. Mamá y papá venían con nosotros, a veces de noche, a pasear, en fiestas, carnavales... Una gran amiga.

Johanna Maria Struyck, "Hansi", cenando con papá y mamá y yo en Nochevieja de las Navidades de 2002, en un restaurante chino en Benidorm.

José Félix

Como ya he mencionado, a José Félix ya le conocía desde hacía bastantes años de la iglesia, donde solía tocar en la misa de domingo por la tarde. Recuerdo que durante las misas, solía mirarme de vez en cuando con una mirada de simpatía y complicidad y hasta una sonrisa. Podía palpar bastante afinidad entre su personalidad y la mía. Me parecía un buen hombre. Aunque al acabar la misa ahí de acababa siempre todo. Así fue nuestra relación hasta aquel diciembre de 1998 en el Concierto de Navidad de Coro y Pulso y Púa de "la Barqueta".

A partir de entonces, sobre todo desde el otoño de 1999, nuestros encuentros en su casa-taller de la Avenida de Alcoy en primera línea de playa en el Rincón de Loix empezaron a ser habituales. Era un modesto estudio que tenía una habitación principal llena de cuadros, esculturas, revistas, libros, útiles de ebanista, objetos diversos... no había casi sitio para moverse... y en un rincón un piano de pared. Tampoco recuerdo qué marca era (no suelo prestar mucha atención a las marcas de piano).

Iba allí yo con frecuencia y me invitaba a tocar el piano. Me decía: "toca ésto, toca lo otro...." Disfrutaba mucho escuchándome. Se deleitaba; me decía: "¡Ojj!, ¡ojj!, qué bonito, qué sentimiento, qué preciosidad, qué bien armonizado, qué melodía más bonita...". Solía decir: "Hay que hacer hablar al piano" (como diciendo: hay que interpretar bien lo que el compositor quiere transmitir).
Pasaba horas yo allí, mañanas, tardes, incluso noches. A veces me invitaba a pasar más adentro, donde tenía su dormitorio y su cocina y baño. Veíamos la TV, hablábamos... Se alegraba siempre que iba a verle. A veces incluso me cortaba el pelo. Muchas veces había alguien más cuando me presentaba yo; pues le gustaba acoger a ciertas amistades que hacía, personas a las que ayudaba con algún problema, y a quienes me presentaba y decía que tocase para ellos...

Mis visitas a su casita-taller solían ser durante los veranos.
Durante el verano de 2000, solía ir con Jorge Morales, un americano de origen boliviano hermano de Dolly e Ignacio, unos amigos de Natalia y Jesús cuando estuvieron en América, a quien mis padres invitaron a pasar tres meses con nosotros aquel verano. Él es pianista también, por lo que aveces tocaba él también, no sólo yo.
En el verano de 2001, durante el cual estuve trabajando en un McDonald's, recién abierto hacía un año frente a la playa justo en la esquina Ametla de Mar-Avda. de Alcoy, muy cerca de donde vivía José Félix, al acabar mis horas de trabajo, cuando esto era de noche, en vez de ir a casa muchas veces iba a su taller y me recibía contento.
Cuando trabajaba como pianista en el restaurante "Tiffanny's", años 2002 y 2003, muchas veces se presentaba él cuando iba a terminar mis sesiones de trabajo como pianista amenizador de cenas, y se quedaba a escucharme mis últimas canciones y luego me acompañaba a casa, hablando los dos.
Otras veces, me llamaba por mi nombre desde los aparcamientos del supermercado "Plus", cerca de mi casa de Benidorm, cuando volvía del centro, de algún recado o de algún paseo. Me saludaba y me preguntaba qué tal me iba (si hacía más o menos tiempo que nos veíamos).

Qué tiempos aquéllos. Qué dulces tiempos aquéllos. En Benidorm, con la playa, con el sol, en la "millor terreta del món"... Cuánto echo de menos Benidorm y aquellos años, mis "veintis". Se me han pasado volando los años desde entonces.

Otras veces iba yo a verle tocar a él a hoteles como "Diplomatic" (de cuatro estrellas), donde tenía el su puesto de pianista uno o dos días a la semana. Una vez fui con Hansi, otra con algunos amigos, y quizá varias veces más. Señalar que un par de días le hice unas sustituciones ya en el año 2004 ó 2005 (me parece). Tocaba un repertorio cuyas canciones solía tocar cuando yo iba a su casa a verle: "Summertime", "Alfonsina y el mar", "Mogambo"...

También señalaré que, como él desempeñaba, entre otras, la labor de restaurador de cuadros y obras de arte (como esculturas, bustos, imágenes, etc.), un día que vino a mi casa, estando mi madre, se fijó en la imagen de la Virgen del Carmen que siempre hemos tenido en el salón de casa, y se fijó de unas pequeñas grietecillas que habían salido sobre todo en el manto, y hablando con mi madre, se ofreció a restaurarla (si queríamos). Mi madre asintió, y tardó cierto tiempo dedicándole según nos dijo bastantes horas, pues requería trabajo. Al final tuvo que cobrarnos más de lo que nos había dicho en un principio, pero la imagen no quedó del todo como nos hubiera gustado, pues si bien había subsanado aquellas grietecillas, al barnizarlo, sobre todo el manto, perdió su color original, dejándolo algo más sombrío. Mi madre no salió muy contenta, que digamos, pero en fin.
Esta imagen de la Virgen del Carmen la habían tenido en la familia de la madre de mi madre desde finales del siglo XIX. Es una imagen de la Virgen son el niño Jesús en uno de sus brazos y un gran manto, y con una especie de corona. Una imagen que yo creo que siempre recordaré.




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