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lunes, 24 de julio de 2017

España

SENTIMIENTO PATRIÓTICO


Mi idea de España y de pertenencia a un país, mi conciencia de identidad nacional surgió progresivamente, entre los cuatro o cinco años, y mi buena memoria retiene recuerdos como:

        -la inscripción del nombre de España en las monedas de las antiguas pesetas a principios de los años 80, 
        -el himno nacional en la TV en algún acto en que intervenía el rey D. Juan Carlos de Borbón, diciéndome mi abuelo Modesto: "mira, Jorge, el rey, el himno de España y la bandera" (haciendo click en estos enlaces, se accede a mi entrada "Himno de España", de mi blog "Poemas y Canciones").
        -mi conciencia geográfica de que vivía en Torrijos, un pueblo de la provincia de Toledo; y sabía que esto de Toledo debía pertenecer a un espacio geográfico mucho mayor, delimitado por fronteras de otros, que por noticias de la tele, mapas del tiempo probablemente, etc. -aunque en aquella edad no prestaba mucha atención-, debía ser aquéllo que los mayores y en la tele llamaban España, junto al nombre de la capital, Madrid, sede de torrespaña, y nombre, junto al de Barcelona, que salía en las primeras páginas de casi todos los libros.
        -un partido de baloncesto entre España y la U.R.S.S. que vi con mi hermana Mary y mi hermano Jesús -que estuvimos cerca de ganar, forzando la prórroga empatando a 74 en los últimos instantes del tiempo reglamentario con una canasta de Jiménez (en el tiempo extra nos vapulearon llegando los soviéticos a sobrepasar el centenar de puntos)-.


Ya viviendo en Benidorm, a los siete años, mi tía, al regresar de un viaje a Andorra, me regaló unos mapas transparentes de España, de ésos que se superponían, uno con las provincias y sus capitales, otro con los sistemas montañosos y cordilleras, y otro con los ríos y afluentes. Así es como me empecé a familiarizar con la geografía de mi país.

*Canción con mapa de las provincias de España, para niños.

Y por aquellos días, era el mundial de baloncesto de 1986, que tenía como sede España; así que, aquel verano, justo cuando mi hermano Ángel regresó de EE.UU. y otro hermano, Jesús, fue para allá, yo empecé a familiarizarme con el baloncesto como mi deporte favorito hasta entonces pero sobre todo, con algunos de los nombres de países más destacables del mundo y, al terminar el campeonato -en el que España fue 5ª-, empecé a consultar atlas de geografía y mirar un globo terráqueo a escala de estudio que teníamos por casa y a asimilar mejor la de nuestro país y de paso sea dicho la de todo el mundo, aprendiéndome los nombres de casi todos los países y sus capitales y su situación geográfica, aparte de observar datos en los apéndices como su población, extensión, economía, recursos minerales y naturales, etc. y los colores de sus banderas. 

Fue a partir de entonces cuando empecé a sentirme identificado con España y, en años sucesivos, empecé a interesarme por el papel que desempeñaba nuestro país en las diferentes competiciones deportivas, como campeonatos del mundo o europeos de fútbol y sobre todo baloncesto, los Juegos Olímpicos, espectáculos televisivos como el programa-concurso europeo "Juegos sin Fronteras" y muy especialmente, Eurovisión, el festival de la canción europeo a cuya pasión ya he dedicado otra entrada de este blog.

Empecé a desarrollar una obsesión, aunque también un hobby, como era el de apoyar a mi país por llegar cada vez más lejos en las competiciones deportivas, para que nuestra España fuera mejor vista internacionalmente a la luz de sus resultados deportivos. Pero esta obsesión se encuadra en el marco de la autoimagen que yo iba teniendo de mi país en el tiempo presente y a lo que me habían contado que había sido hace siglos, llegando a ser un imperio y decayendo progresivamente hasta llegar a ser, como era actualemente, un pequeño y modesto país recién salido de estar en vías de desarrollo en las últimas décadas y tratando de equipararse, a duras penas, con el resto de países de su entorno. Le pedía al Creador del Universo, a mi manera, que España fuera un país "como los demás" y que no nos vieran los extranjeros a los españoles, como a veces había oído decir, como inferiores, subdesarrollados, rudos o analfabetos.

Parecía que mis sueños se hacían realidad -y aún hoy puedo decir que así fue, como que Dios me escuchaba- y, un caluroso día de principios de junio de 1989, y ante mis propios ojos y los de toda mi familia -y probablemente, los de casi toda España- ante el televisor, vi emocionado como una jovencísima tenista española se revolcaba sobre la tierra de la pista central del torneo de tenis de Roland Garros, para celebrar su triunfo, el primero de una mujer española en uno de los cuatro grandes anuales -y ante la número uno mundial por aquel entonces, la casi imbatible alemana Steffi Graf- en la final más larga de su historia hasta la fecha; aún me acuerdo cómo el comentarista decía "dos horas y cincuenta y ocho minutos de partido".


A partir de entonces, me hice un fan de Arantxa Sánchez Vicario hasta el extremo de aprender cómo se juega al tenis, todas sus reglas, y conseguir que mi tía me regalara mi primera raqueta mi siguiente cumpleaños, a mis 11. Amén de seguir todos los resultados que Arantxa iba alcanzando en casi todos los torneos que jugaba y aprenderme el nombre de muchas, muchísimas, de las rivales con las que se enfrentaba -a veces realizaba listas con estos nombres, y al cabo de menos de dos años, al hacer alguna de estas listas, el número de jugadoras enumeradas superaba con creces los cien-.

Esta pasión por Arantxa sustituyó al baloncesto y se convirtió en el principal eje de mi atracción por el deporte español desde aquel 1989 hasta su retirada, en diciembre de 2002. Pero, por supuesto, seguía con interés por las retransmisiones de TV, o por el Teletexto de TVE, las participaciones de España en mundiales y europeos de casi todos los deportes de equipo como, aparte del baloncesto, balonmano, waterpolo, hockey sobre patines, y claro, cómo no, fútbol. Hacía mis anotaciones a papel y bolígrafo a menudo con los resultados de los partidos y mis listas de clasificaciones y emparejamientos de eliminatorias hasta las finales. Verdadera obsesión. 

Pero sí, parecía que Dios me escuchaba, cuando en 1992, en los JJ.OO. de la XXV Olimpíada celebrados en Barcelona, precisamente en nuestro país, España consiguió la mejor clasificación de su historia en el medallero, terminando en sexta posición (aún recuerdo que fueron 22 medallas; 13 de oro, 7 de plata y 2 de bronce), consiguiendo casi tantas medallas como todas las que había logrado en el cómputo global de todas las ediciones de los Juegos anteriores en la era moderna. Si me pongo a recordar, casi podría decir en qué disciplina fue y qué deportista logró cada medalla. 


Desde luego parecía un sueño hecho realidad, ya que se comentaba en prensa y televisión que los Juegos fueron un éxito tanto organizativo como en su desarrollo y cumplimiento de expectativas, y que habían acaparado la atención de prácticamente todo el planeta durante 16 días y que, junto a la Expo'92 de Sevilla (que sobrepasó la cifra de 42 millones de visitas, superando ampliamente los pronósticos) y Madrid como capital europea de la Cultura, estos tres acontecimientos habían supuesto que España se hubiera convertido durante aquel año emblemático de 1992 -que suponía el V centenario de la fundación de nuestro país como nación, junto al descubrimiento de América por honor a los Reyes Católicos- en el escaparate y centro de atención del mundo.

Musicalmente, esto de las competiciones deportivas y los Juegos Olímpicos, tienen el aliciente de la interpretación de los himnos nacionales, bien antes de comenzar un partido o bien al finalizar una final, en homenaje al país vencedor. Fue gracias a estos JJ.OO. de Barcelona que empecé a perfeccionar en piano mi versión del himno español, por la armonía que escuchaba en la versión que la organización de los juegos había establecido. En concreto, perfeccioné mis versiones de los himnos estadounidense y español, y aprendí el alemán. Y por supuesto, también aprendí el himno olímpico, muy bonito para mi gusto, por cierto.

*En los últimos años he compuesto, además, dos letras para nuestro himno. Se pueden ver en mi otro blog "JJ'sblog-canciones". Click aquí para ver directamente estas letras.

A partir de aquel verano, que supuso un punto de inflexión en mi vida porque terminé los estudios de E.G.B. y empecé en el instituto, así como que terminé el grado elemental de piano y continué estudios en el Conservatorio de Alicante, continué siguiendo a Arantxa, y cómo España cosechaba cada vez mejores resultados en diversos deportes.

Por otro lado, en cuanto al panorama político nacional, solían llegar noticias de que España había evolucionado más rápidamente en las últimas décadas que otros países europeos; si bien España aún estaba en la cola en la mayoría de estadísticas de países en la por entonces C.E, (hoy Unión Europea), ya no se oía que fuésemos considerados como país "poco desarrollado". Ahora el problema lo veía yo en el creciente nacionalismo catalán y vasco (mucho más creciente el catalán que el vasco, más uniforme). Dejé de ser fan del Barça y me hice madridista (pero nunca he sido un ferviente seguidor de la Liga española, aunque sí de las competiciones europeas en las que, por cierto, también íbamos cosechando cada vez mayores éxitos). Me daba mucha lástima que, después del éxito de los JJ.OO. y los acontecimientos del 92 en general, España tuviera problemas ideológicos internos, aunque muchos de éstos se remontan a siglos ha.

En fin, el caso es que, ya en el siglo XXI, España llegó a convertirse en una de las diez primeras potencias económicas del mundo (ya en tiempos de Franco llegamos a ser novenos). A principios de este siglo, especialmente en el año 2004, año del fin del gobierno de Aznar y comienzo de la legislatura de Rodríguez Zapatero, España vivió uno de sus mejores momentos políticos y económicos -con excepción del problema de los nacionalismos-. Con la llegada de la crisis, en 2008, España ha acusado ésta bastante.
Otro dato importante desde mi punto de vista es el aumento demográfico. España, desde 1999, ha sobrepasado la barrera de los 40 millones de habitantes y a día de hoy en 2017, somos ya 47 millones de españoles, debido a la gran inmigración experimentada, especialmente de magrebíes, rumanos y sudamericanos.

Y en el terreno deportivo viene lo mejor. En lo que va de siglo XXI, España es, desde mi punto de vista, el país cuyos deportistas lo ganan "casi todo". Si en aquel mundial de baloncesto de 1986, al ver a España quedar quinta, soñaba con que algún día viera a mis compatriotas al menos subir al podio, no imaginaba que, en efecto, los colores de la bandera y el himno de mi país estuvieran asiduamente en lo más alto de las grandes citas deportivas mundiales en los últimos años:

- Campeones del mundo de Fútbol (Sudáfrica, 2010).
- Campeones de Europa de Fútbol (Austria y Suiza, 2008; Polonia y Ucrania, 2012).
- Campeones del mundo de Baloncesto (Japón, 2006).
- Campeones de Europa de Baloncesto (Polonia, 2009; Ucrania, 2011; Francia, 2015).
- Campeones del mundo de Balonmano (Túnez, 2005).
- Campeonas del mundo de Waterpolo (fem.) (España, 2013).
- Campeones de la Copa Davis de Tenis (España, 2000; EE.UU., 2004; y alguna vez más).
 - Rafael Nadal, decacampeón del torneo de tenis de Roland Garros (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014 y 2017); campeón de Wimbledon (2008 y 2010): campeón del Open de Australia (2009) y campeón del Open de Estados Unidos en otras dos ocasiones.
- Garbiñe Muguruza, campeona de Roland Garros (2016) y campeona de Wimbledon (2017).
- Automovilismo: varios campeonatos mundiales logrados por Fernando Alonso.
- Motociclismo: Campeonatos mundiales logrados por Alberto Bautista, Sete Gibernau, Marc Márquez, Jorge Lorenzo y algunos más.
- Ciclismo: Varios Tours de Francia logrados por Alberto Contador (2007 y algún otro más). Algún Tour más por otro ciclista que ahora no recuerdo (Samuel Sánchez o Freire, quizá).
- Carolina Marín: campeona del mundo y olímpica de Bádmington (creo que en 2014).

Estos son algunos de los éxitos más representativos del deporte español en lo que va de siglo, a los que hay que sumar el excelente papel desempeñado por los deportistas españoles en los Juegos Olímpicos a partir de Barcelona'92, consiguiendo en cada cita olímpica siempre más de 10 medallas y figurando siempre, al menos, entre los 25 países mejor clasificados. Desde aquéllos nuestros JJ.OO. de 1992, puedo destacar estos éxitos:

- Campeonas Olímpicas de Hockey Hierba (fem.), (Barcelona, 1992).
- Campeones Olímpicos de Fútbol, (Barcelona, 1992).
- Campeones Olímpicos de Waterpolo, (Atlanta, 1996).
- Campeón Olímpico de Tenis, Rafael Nadal (Pekín, 2008 y Río de Janeiro, 2016).
- Campeona Olímpica de Bádmington, Carolina Marín (Río de Janeiro, 2016).
- Campeón Olímpico de 1500m. -Atletismo-, Fermín Cacho (Barcelona, 1992).
- Campeón Olímpico de 20Km. Marcha -Atletismo-, Daniel Plaza (Barcelona, 1992).
- Campeona Olímpica de Salto de Altura -Atletismo-, Ruth Beitia (Río de Janeiro, 2016).
- Campeón Olímpico de 200m. Espalda -Natación-, Martín López Zubero (Barcelona, 1992).
- Campeona Olímpica de 200m. Mariposa (creo) -Natación-, Mireia Belmonte (Río de Janeiro, 2016).
- Campeón Olímpico de Ciclismo en Ruta, Olano (Atlanta, 1996).
- Campeón Olímpico de Ciclismo, Contrarreloj, Miguel Induráin (Atlanta, 1996).
- Campeonas Olímpicas de Gimnasia Rítmica, (Atlanta, 1996).
- Campeón Olímpico de Remo, David Cal (Atenas, 2004).
...
y un largo etcétera; amén de numerosas medallas de plata y bronce (las anteriores, por ser campeones, son obviamente de oro).

Los españoles nos hemos convertido en unos "campeones".



domingo, 16 de julio de 2017

Eurovisión

UNA AFICIÓN TELEVISIVO-MUSICAL

Vídeo de la Sintonía de Eurovisión con su logotipo representativo, por Televisión Española.

Cada año, por primavera, normalmente en mayo, se repite un acontecimiento televisivo que desde la edad de ocho años he seguido con gran expectación. El festival de la canción de Eurovisión se celebra desde 1956, casi desde que la TV empezó a surgir en Europa, y se emite en todos aquellos países que participan en la Red de Radio Difusión Europea (Eurovisión).


Mi versión -con el programa de edición musical "Sibelius"- del "Te Deum" de Carpentier (compositor francés del siglo XVIII), que se convirtió, dos siglos más tarde, en el Himno de Eurovisión.

Eurovisión apareció en mi vida en mayo de 1987. Aquel año, el festival se emitió una o dos semanas después de mi Primera Comunión -y boda de mi hermano José María y mi cuñada Toñi-. En realidad, no le presté atención hasta que le tocó actuar a España, y después de ese momento, tampoco le presté prácticamente atención hasta el momento de las votaciones. Recuerdo que me aburría mucho, porque tardaron en dar los primeros -y únicos- 10 puntos a España. También recuerdo que mi cuñada Toñi reprochaba a la cantante española su mediocre actuación diciendo: "Pero no grites; ¡canta!...". Y durante la canción que vino a continuación, la de Turquía, ella misma decía: "Bueno, si los demás países lo hacen peor...". 

El año siguiente aprendí que ésto se repetía cada año cuando, estando pasando la noche de un sábado en casa de mi tía, veía que mi prima Paloma estaba viendo un espectáculo de canciones con una amiga en la tele. No le presté mucha atención al hecho, y algún que otro comentario oí de ella, pero yo seguí jugando a mis cosas, bien solo o con mi hermana María. Pero al llegar a casa, al entrar ví que estaban varios de mis hermanos viendo en la tele una canción moderna algo extravagante. Cuando terminó -se trataba de la representación de Yugoslavia, que era la última en participar-, mi hermana Mari Carmen dijo que le habían gustado bastante las canciones de este año, nombró dos o tres como sus preferidas y también dijo que España había sido de las primeras en participar, y que lo habían hecho bastante bien -se trataba del grupo "La Década Prosigiosa" con la canción "Made in Spain", que fue bastante recordada popularmente en los años siguientes y por mucho tiempo en España como una canción emblemática de nuestro país en este certamen europeo-.


Pero fue unos 10 minutos después cuando vi que en el televisor aparecía una especie de marcador con nombres de muchos países de Europa con sus respectivas banderas al lado en pequeñito. Fue entonces cuando lo asocié al marcador del año anterior, en que lo vi por primera vez, y me dije: "¡Uy!, como el año pasado, estos son los puntos pero, ¿qué es ésto?". Ese año ganó Céline Dion con una canción poco conocida suya, "Ne partez pas sans moi", y cantando en francés representando a Suiza -aunque ella es de Québec, Canadá-. Y fue ese día cuando me enteré que este programa de televisión llamado Eurovisión se repetía cada año como un concurso de TV europeo.

Recuerdo muy bien estos primeros festivales que vi de Eurovisión; cada año con sus anécdotas, durante mi infancia. Vi enteritos los de 1990, con mi hermana María, el año de Azúcar Moreno, en que fuimos quintos, y 1991, con todos los de casa y unos amigos de la familia -Andrés e Inmaculada y Leticia-, año de Sergio Dalma y su gran canción "Bailar Pegados" -éxito muy recordado en nuestro país, en que popularmente se dice que merecíamos haber ganado-, con la que fuimos cuartos.
En 1993 grabé el programa por primera vez, en una cinta de vídeo de VHS. Lo vi y lo volví a ver como unas cien veces o seguramente más durante los dos años siguientes hasta 1995, año en que lo grabé por segunda vez, grabación que vi también cientos de veces ese año y siguientes. Me aprendí todas las canciones de esos dos años; la música, las letrás fonéticamente, las tocaba a oído al piano... Llegué a aprenderme el acompañamiento y lo tocaba mientras cantaba la letra de alguna de ellas. Ejemplo de una de estas experiencias es la canción belga de 1993 "Iemand Als Jij" -que por cierto, quedó última, pero me gustaba mucho-, una balada lenta, muy dulce, en que la cantante hacía una frase de una manera que yo imitaba a menudo por casa y se quedó como "eurotono de Jorge familiar" -manera de definirlo ahora mismo-, mi famoso "iman su liiiiiev bruahard". Muchos en mi familia se acordarán de esta frase fonética del idioma neerlandés-flamenco.

A partir de 1995 lo grabé en VHS todos los años, hasta 2010. A partir de entonces me conformo, y es más que suficiente, con descargar el programa-concurso con algún programa de descargas de internet. Pero desde 2013 ya no lo hago; simplemente lo veo cuando me apetece directamente en youtube. Incluso ya no conservo la tradición anual de verlo por TV en directo, a excepción de 2014 en que sí lo hice, pero en 2013 y 2015 me ha coincidido con la celebración de Pentecostés, y en 2016 y 2017 con el concierto del coro "Jesús Hornillos" de Torrijos, del cual formo parte, en honor al Cristo de la Sangre, patrón de esta ciudad, en la cual habito.


Las Nuevas Tecnologías y Eurovisión.

Con la aparición de internet he tenido acceso a festivales anteriores a mi nacimiento. En la red, como es lógico. no sólo están todos los festivales de todas las ediciones completos, sino todos los programas especiales emitidos por la TV de cualquier país de Europa, y todas las canciones por separado o recopilaciones por país y por año, etc. YouTube es la fuente en la que se pueden hallar todas estas canciones o listas de canciones, por año, por país, o por muy diversos criterios. Hay vídeos con fragmentos de canciones que responden a estos criterios. También hay vídeos de los ensayos de actuaciones, etc. 

Para un eurofan como yo, internet es una herrmienta muy útil que permite acceder no sólo a los vídeos, sino que también hay páginas y sitios web con datos de todo tipo y estadísticas e historia, imágenes, anécdotas, etc. sobre el festival y cada una de sus ediciones. Hay un sitio, http://diggiloo.net/, en el que se exponen, por año y por país, todas las letras de todas las canciones de todas las ediciones, en todas las versiones, en su caso, de una canción en cada idioma en que ha sido versionada. Yo mismo he creado una versión española para una canción que no la tenía en nuestro idioma. Se trata de la que representó a Suecia en 1998, "Kärleken Är" -"Ésto es el amor"-. A esta versión española le he dado el nombre de "Dios esta aquí", y la he publicado en mi blog de canciones.

Los iPod y el móvil también permiten la descarga de aplicaciones interesantes con las que se puede acceder a canciones, vídeos y datos informativos sobre Eurovisión, de todo tipo: vídeos-clips, noticias sobre el festival, preselecciones nacionales, etc.


Canciones favoritas.

Mi canción favorita en este festival de la canción a lo largo de toda su historia es "Eres Tú", canción que representó a España en 1973. Esta canción quedó segunda, pero es, para mi gusto -y para el de muchos-, la mejor canción que ha enviado España al festival, y para muchos -como es mi caso-, la mejor del festival en toda su historia.



Mis canciones favoritas son éstas:

1. "Eres Tú". (España, 1973).
2. "Kärleken Är" (Suecia, 1998).*-Entrada de mi blog "JJ'sblog-Canciones", con mi versión española-
3. "I Evighet" (Noruega, 1996).
4. "Amén" (Israel, 1995).
5. "Waterloo" (Suecia, 1974).

6. "Nacida para amar" (España, 1989).
7. "Love Shine a Light" (Reino Unido, 1997).
8. "Ío Senza Te" (Suiza, 1981).
9. "Främling" (Suecia, 1983).
10."Moi, Tout Simplement" (Suiza 1993). 

Otras canciones que también me gustan mucho, a parte de las diez anteriores, son:

"Tom Pillibi" (Francia, 1960).
"Non ho l'Età" (Italia, 1964).
"La,la,la..." (España, 1968).*-Entrada de mi blog "JJ'sblog-Canciones", con la versión catalana y otras-
"Congratulations" (Reino Unido, 1968).
"Guardando il Sole" (Suiza, 1968).
"En un Mundo Nuevo" (España, 1971).
"Si" (Italia, 1974).
"Save All Your Kisses For Me" (Reino Unido, 1976).
"Hallelluja" (Israel, 1979).
"Ein Bischen Frieden" (Alemania, 1982).
"Lady, lady" (España, 1984).
"Det Lige Det" (Dinamarca, 1984).
"Für Alle" (Alemania, 1985).
"La Det Swinge" (Noruega, 1985).
"Magic, oh, magic" (Italia, 1985).
"J'aime la Vie" (Bélgica, 1986).
"Ne Partez Pas Sans Moi" (Suiza, 1988).
"Bailar Pegados" (España, 1991).
"Could it be That I'm in Love" (Irlanda, 1991).
"Why Me?" (Irlanda, 1992)
"Iemand Als Jij" (Bélgica 1993).*-Entrada de mi blog "JJ'sblog-Canciones", con mi versión española-
"Nocturne" (Noruega 1995).
"Vuelve Conmigo" (España, 1995).
"Fiume di Parole" (Italia, 1997).
"The One That I Love" (Malta 1998).
"Once in a Lifetime" (Estonia 2000).
"Angel" (Malta 2005).
"FairyTale" (Noruega, 2009).
"Running Scared" (Azerbayán 2011).


España.

Como español, he seguido siempre con especial interés las participaciones de nuestro país en el festival. España participó por primera vez en la edición de 1961, en Cannes, con Conchita Bautista y "Estando Contigo" -consiguiendo un buen noveno puesto, con 8 puntos-; buen debut, y buena actuación. Desde entonces, España no ha faltado nunca a la gran final del festival (hecho no logrado por ninguno de los países "clásicos" de Eurovisión).
                             
Todas las canciones de España en Eurovisión (1961-2018).

A través de estos 57 años de participación española en el festival, merece especial mención el triunfo de Massiel con la canción "La,la,la" en 1968. Todo un clásico del festival, especial y lógicamente en nuestro país. Fue un triunfo no exento de polémica, debido a la negativa de Serrat en cantar en castellano diez días antes del certamen, cuando hasta ese momento se esperaba que él fuera nuestro representante; el régimen franquista le impidió cantar en catalán, como él pretendía. Massiel, que debió aprenderse y grabar la canción en varios idiomas en cuatro días, se presentó en Londres y tras causar una favorabilísima impresión en los ensayos, dio la sorpresa al ganar por un solo punto al segundo clasificado y gran favorito en aquella edición, el británico Cliff Richard y su "Congratulations".


Al año siguiente, 1969, en Madrid, se produjo un hecho insólito: el primer premio se lo tuvieron que repartir cuatro países -que finalizaron empatados en el primer puesto tras las votaciones-: España, Reino Unido, Países Bajos y Francia. Ésto no había sucedido nunca antes ni ha vuelto a suceder desde entonces. Es la única vez que ha habido más de una canción ganadora. Salomé era la artista encargada de defender la canción española "Vivo cantando".

Después de ese año, España entró en una racha de grandes actuaciones en los siguientes: En  1970, Julio Iglesias fue cuarto con "Gwendoline". En 1971, Karina quedó segunda con su canción "En un mundo nuevo", también en una gran actuación. Y como colofón, la gran actuación de Mocedades en 1973 con la mencionada "Eres Tú"; compuesta por Juan Carlos Calderón -y siendo también el director de orquesta-, quien también compuso y fue director de las canciones españolas de 1975, "Tú Volverás", interpretada por Sergio Y Estíbaliz, 1985, con "La fiesta terminó", defendida por Paloma San Basilio, y 1989, con "Nacida para amar", defendida por Nina, otra gran canción a priori favorita aquel año, aunque sólo pudo finalizar sexta.

En 1979, tras una serie de años mediocres, España volvió a tener claras opciones de triunfo con Betty Missiego y "Su Canción", que quedó segunda, teniendo el jurado español en su mano la posibilidad de haber dejado a nuestro país como vencedor, pues éramos últimos en votar y hasta ese momento España iba primera por un punto sobre Israel, a quien se les concedió 10 generosos puntos y con ellos el triunfo con la conocida canción "Hallelluja".

Vinieron a continuación otra serie de años bajos cuya guinda la colocó Remedios Amaya y su canción "Quién maneja mi barca", a la que ningún jurado otorgó ni un solo punto. Una canción de corte flamenco en la que nuestra intérprete salió descalza al escenario. Pero al año siguiente, España volvió a sorprender con una pegadiza y elegante canción defendida por el grupo "Bravo": "Lady, lady".  Canción que sonó mucho en la radio aquel verano de 1984. Fuimos terceros; una excelente clasificación.

Después de otra serie de resultados mediocres, en 1988 vino la Década Prodigiosa con su ya mencionado "Made in Spain", dejándonos justo con la media de puntos posibles y en mitad de la tabla, un 11º puesto de 21 países. Y a continuación vino un trienio muy esperanzador: Nina en 1989, sexta; Azúcar Moreno en 1990, y "Bandido", quintas; y Sergio Dalma en 1991, cuarto.

Desde entonces cabe destacar las ediciones de 1995, con Anabel Conde y "Vuelve Conmigo"; una chica de 19 años con una voz portentosa que logró el segundo puesto, resultado que nadie se esperaba. 1997, con Marcos Llunas, hijo de Dyango, quien con su canción por él compuesta "Sin Rencor" obtuvo el sexto puesto. 2001, año de David Civera y su "Dile que la quiero", quien fue de nuevo sexto. 



2002... bueno, éste fue el año de Operación Triunfo y el embrollo de Nina y la academia. Un reality show que conmovió al país con la expectación de ver quién iba a representarnos aquel año. Fue Rosa, la granadina, y "Europe's living a celebration", con compañeros de la academia acompañándola en el coro (David Bisbal, David Bustamente y Chenoa, entre otros). Fuimos séptimos.
En 2003, en la segunda edición de Operación Triunfo, fue Beth y "Dime", que quedó octava. Y en 2004, Ramón, con "Hoy me quedé vacío", décimo. 
Después de otra serie de resultados mediocres -entre los que destaca la actuación de "las Kétchup" quedando de las últimas, en 2006, y el sonado "Roberto Chiquilicuatre" con el "Chiki-Chiki", en 2008-, son las dos últimas actuaciones dignas de destacar las de Pastora Soler y su "Quédate Conmigo", en 2012, y Ruth Lorenzo y "Dancing in the Rain", en 2014; ambas fueron décimas, aunque en Bakú, capital de Azerbayán y sede del festival en 2012, todos auguraban una mejor clasificación para Pastora.

Interpretación de "Quédate Conmigo" por Pastora Soler, en Eurovisión, 2012.

La emoción de las votaciones.

Sin duda, algo que caracteriza a Eurovisión, como concurso, más allá de un mero festival de la canción, es el proceso de votación que se sigue para decidir qué canción -y qué país- será la ganadora.

Hay que tener en cuenta que aquellos primeros años del festival, cuyas primeras ediciones se produjeron pocos años después de la aparición de la televisión en Europa y el establecimiento de la U.E.R o E.B.U. (Unión Europea de Radiodifusión o European Broadcasting Union; en otras palabras, la Red de Eurovisión), el hecho de tener un televisor y ser consciente de ser espectador de algo que muchos otros europeos lo son simultáneamente, y ver cómo se votan los países unos a otros... era algo que entonces -mucho más que ahora- resultaba muy atrayente y emocionante.

En España, he oído decir que Eurovisión ha sido durante muchos años un espectáculo televisivo único que se vivía una vez al año, reuniendo tradicionalmente a casi todas las familias pegadas al televisor. Era todo una acontecimiento, máxime en aquellos años en que nuestro país estaba prosperando económicamente en la última etapa del régimen franquista (inclusive años después de la muerte del dictador); años en los que valorábamos especialmente la imagen que nuestro país reflejaba en el extranjero, para ver si salíamos de los estereotipos que teníamos en el sentir popular al compararnos con el resto de países de nuestro entorno.

Los primeros años de España en Eurovisión no parecían para nada cambiar este panorama, con resultados bastante mediocres al final de las votaciones (casi siempre éramos últimos o casi); hasta que en 1968, esta situación cambió de manera drástica y radical con la participación y triunfo de Massiel.

Segunda mitad del proceso de votación en el Festival de Eurovisión en 1968.
"And the winner is... SPAIN!"

El triunfo de Massiel en Eurovisión, en el primer episodio de "Cuéntame Cómo Pasó" (2001).

domingo, 9 de julio de 2017

Jesús, Jorge y Jesús

DEL INSTITUTO A LA UNIVERSIDAD


Si dos buenos amigos hice en el instituto, desde 1993 (en 2º de BUP), éstos fueron Jesús Burgos Atienza y Jesús González Hernández. La verdad es que éste es un caso adecuado para apuntar que nuestra relación fue asunto de causalidad, y no casualidad.

Ya mi hermana Natalia, que pasó varios meses con nosotros -papá, mamá, María y yo- en casa, en Benidorm, entre enero y mayo de 1994 -tiempo durante el cual su marido Steve estaba con la marina norteamericana en Okinawa (Japón)-, me preguntaba qué amigos tenía en clase; yo le contestaba que un amigo cuyo nombre era Jesús, y otro Jesús también. La verdad es que siempre he creído que Dios los puso en mi camino para que me fijara en sus nombres, y tuviera, cuando ellos no estuvieran, a Jesús (nuestro Señor) en mi vida; cerca de mí.

Jesús Burgos se sentaba justo delante de mí en clase, en 2º de BUP, y la amistad se forjó por la cercanía espacial en clase y porque ambos compartíamos la condición de exentos en la asignatura de Educación Física, y hablábamos de muchas cosas relativas a las clases y a ciertos profesores, etc.

Él tenía sobrepeso causado por su metabolismo acelerado. También creo que tenía -y tiene- influencia en su estado físico el hecho de que, según me dijo, nació con un problema en la arteria aorta, de la que fue operado a la edad de un año y nueve meses. Él nació un 16 de marzo de 1977; pues bien, fue operado el mismo día que nací yo, el 19 de diciembre de 1978. Esta coincidencia me ha dado que pensar en ese tipo de cosas que se creen a esa edad -y no sólo a ésa, pues a mis 38 años todavía a veces lo sigo pensando- como de que nuestra amistad estaba predeterminada o entre su vida y la mía tenía que haber cierto parentesco o relación.

Jesús González, el otro amigo Jesús que se forjó aquel mismo curso, me hizo una señal y un ademán en un recreo de los primeros días de clase, para indicarme que me uniera a ellos (él y Antonio García, que estaban sentados en un banco) y pasara de los chismes y chorradas que se decían unos a otros... Y y en fiestas de Benidorm, nos intercambiamos los números de teléfono para quedar y salir (fue él quien tuvo la iniciativa).

Fue 2º de BUP el año de la Taquigrafía (arte de la escritura veloz), que yo aprendí autodidácticamente gracias a un libro que mi madre compró hacía algunos años para recordar lo que ella sabía de cuando lo estudió en sus tiempos. Cada fin de semana leía dos o tres lecciones nuevas, hacía sus correspondientes ejercicios y practicaba en casa, y luego durante la semana, en clase, ponía en práctica lo aprendido tomando apuntes. Mis compañeros en clase se admiraban de mi habilidad y lo atractivo de estos signos con que con tanta naturalidad tomaba apuntes en clase; y entre ellos, Jesús González, era uno de los que más me decían que era algo bonito y admirable y que a él le gustaría poder hacer uso de esto de la taquigrafía también, como yo.

Jesús González era, sin duda, el compañero y amigo que más se me acercaba en los recreos y en muchos momentos entre clase y clase para preguntarme y compartir cosas de las clases, y para jugar a juegos de papel y lápiz para pasar el rato. También recuerdo coincidir varias veces con él en la biblioteca y estudiar algo juntos y el hecho de que me prestó un libro de lectura para un trabajo escrito de la segunda evaluación de la asignatura de valenciano: "La Bíblia Valenciana".

En 3º de BUP, ni ambos Jesuses ni yo compartimos clase (Jesús Burgos se quedó repitiendo segundo y el González y yo íbamos a diferentes terceros). Sin embargo, Jesús González vino conmigo, un viernes por la tarde después de la reunión de Preconfirmación, a ver cómo tocaba a un ensayo de la Barqueta en la iglesia de S. Jaime. Era época de Fallas de 1995, y estábamos ensayando con los niños que iban a cantar en las comuniones. Me dijo que tocaba muy bien, pero que me veía decaído y me animaba a salir en fallas. Estuvo conmigo charlando en la Plaza Triangular hasta que vino mamá a recogerme en coche. También coincidimos ese curso en un viaje de la Iglesia, para jóvenes de nuestras edades, a Alicante (me parece). Era una especie de encuentro con otros muchos jóvenes de otras partes de la provincia, relacionado posiblemente con la Confirmación. Recuerdo que también vinieron las Hnas. Rosa y Fina del colegio, y muchos compañeros del instituto.

Fue este año, 3º de BUP, cuando empecé a tocar con "La Barqueta", y a reunirme con los grupos de Preconfirmación y ensayar e incluso actuar con dos canciones (en sendos festivales de canciones religiosos juveniles) con el Coro de la Parroquia "El Carmen".

Ya en COU, solía verme en los recreos del instituto con Jesús Burgos. Él iba a tercero, y me hablaba de cocina e informática y empezó a trabajar como empleado en la tienda de informática de mi hermano Ángel, Top Line Net, que se había inaugurado el verano pasado. Mi hermano estaba encantado con él como empleado.

También empecé a salir asiduamente los sábados por la tarde con él y otros dos amigos -Diego Romero y Jaime Català- al cine o a salas de juegos recreativos, y a cenar en restaurantes de comida rápida. El año siguiente -curso en que empecé a ir a la Universidad- seguíamos saliendo, y con otro amigo -de apellido Subiela, no recuerdo el nombre-, y quedándonos jugando a menudo en la extensión de TopLineNet que servía de academia. Jugábamos a juegos de estrategia como RedAlert, Command&Conquer, etc...

Pero fue el año siguiente, en 1998, cuando Jesús Burgos y yo empezamos a salir solos él y yo, compartiendo largos paseos y conversaciones a lo largo del recién inaugurado paseo marítimo de la Playa de Levante. Hablábamos de muchas cosas de nuestra edad y nuestras experiencias de vida hasta aquel momento. Y la verdad es que las conversaciones eran apasionantes cuyo contenido no procede describir en detalle aquí. El caso es que nuestra amistad desde entonces se vio catapultada a la eternidad (por expreserme de alguna manera; "para siempre", o "hasta que Dios quiera").

Paralelamente, ese curso 1997/98, me encontraba frecuentemente a Jesús González en el autobús universitario, y hablábamos de muchas cosas -no sólo de nuestros estudios-. Él me propuso venir a una de mis clases de literatura (yo estaba en mi segundo curso de Filología Hispánica, amén de mis estudios en el Conservatorio).

Fue hacia la primavera de aquel año, abril o mayo, cuando Jesús Burgos me dijo que Jesús González había sufrido un accidente de moto (el ya mencionado en otra entrada de este blog). Y ya a mediados de mayo nos presentamos en su casa a hacerle una visita (tenía que guardar reposo en silla de ruedas y más tarde andar con muletas). Fuimos Jesús Burgos, Antonio García y yo.

Y desde entonces, tras mi vuelta de Inglaterra -un viaje que hice para estar un mes allí con mi hermana Mari Carmen, su marido Steve y su hijo de algo menos de dos años, Michael-, ambos Jesuses y yo quedábamos para dar una vueltecita por las inmediaciones de la casa de Jesús González, para que saliera un poco el hombre -tenía que ir en muletas-. Era verano, agosto, a veces íbamos los tres, otras veces, González y yo; y nos contábamos cosas de nuestra edad, cómo había terminado el curso anterior, las chicas, recuerdos, etc. Salíamos a dar un paseíto, pero muchas veces íbamos también a tomar un refresco, o una hamburguesa, o al cine, etc.

Una de las veces que salimos, Jesús González y yo, me dijo que su accidente se produjo el día 25 de marzo. Esta fecha me chocó; me conmovió oír que fue tal día, que era señalado por dos motivos: uno, amoroso, y el otro, religioso. 

El motivo amoroso es el siguiente: Poco antes del comienzo de la primavera de aquel año, conocí a Noemí (Noemi se hacía llamar -sin acento en la "i"-), una chica de 13 años que me pidió salir. Nos conocimos en mis clases de los sábados en "la Barqueta". Solía entrar en mi aula con otras dos o tres chicas que junto a ella daban clases de guitarra allí. Un día, a comienzos de marzo, se presentó sola cuando no tenía yo a ningún alumno en clase, y me pidió que tocara "My heart will go on", la B.S.O. de la película taquillera del año -y de aquel fin de siglo-, Titanic. 



Mientras tocaba la oí suspirar y al acabar recostó su cabeza en mi hombro derecho -yo me quedé extasiado; sin saber qué decir ni hacer-. Pasaron como 20 segundos y entonces me preguntó qué iba a hacer aquella tarde, que ella quería salir conmigo... No recuerdo si llegamos a salir esa tarde pero lo cierto es que sí llegamos a salir un día de aquella primavera, antes de su cumpleaños, que era el 25 de marzo.

El motivo religioso es que, dada la fecha en que se celebra la Navidad, el día en torno al cual la Virgen María concibió por obra del Espíritu Santo a Jesús -la noche en que se le apareció el ángel Gabriel- debió ser, en caso de ser justo nueve meses antes del nacimiento, el 25 de marzo -día que por este motivo está señalado en el calendario litúrgico-.

Este último dato, unido al hecho de que mi amigo Jesús me dijera -lo cual era lógico pensar por su parte- que salir del estado de coma que sufrió por el accidente y recuperarse y salir adelante esos cuatro o cinco meses que llevaba desde entonces, era para él como "volver a nacer de nuevo", me hizo llegar a pensar a mí -con las vueltas que doy a las cosas y las analogías que me gusta establecer entre datos y hechos-, ante el final de siglo y de milenio inminente y una hipotética segunda venida de Cristo, que el amigo que tenía hablando conmigo enfrente no era otro sino realmente Jesucristo resucitado. Madre mía si se lo llego a decir. Realmente este buen amigo se llevó un shock físico aquella primavera, pero yo un shock espiritual por la serie de vivencias que había tenido.

Y es que esta primavera del 98, aparte de las "confesiones" entre Jesús Burgos -el otro amigo, el informático- y yo durante aquellos paseos de sábado nocturnos, la música de los 80 -del CD "100 mayores éxitos de los 80 que compré en enero-, la declaración de amor de Noemi -la primera que tuve de una chica-, la película sensacionalista "Titánic" y otras cosas de la edad unidas a mi tendencia a obsesionarme… Menudo comienzo de año tuve.

La verdad es que fue un invierno y primavera turbulentos sentimentalmente -y hormonalmente quizá-, Y algo o bastante escandaloso también, al menos así lo fue para mí –y para la gente y los sectores conservadores y tradicionalistas-, cuando se producía precisamente en el festival de la canción de Eurovisión, del cual era ferviente fan desde mi infancia, el mayor escándalo conocido en toda su historia, el cual trascendió el propio festival. Y es que Israel iba a ser representado por un transexual, que a la postre ganaría. La canción israelí fue el foco de atención de todos los medios de comunicación en aquella edición de este concurso televisivo –pues la cosa tenía su morbo, lo cual suele atraer la atención de las masas-. 
Lo cierto es que a partir de entonces, y con la entrada del siglo XXI, el festival de Eurovisión dejó de tener el carácter serio que le había caracterizado -y también decadente- para experimentar un resurgir y una más atractiva "vistosidad" que le ha caracterizado desde aquel año hasta hoy. 

En fin, el caso es que llegado el verano, y vuelto de mis vacaciones de Inglaterra a finales de julio, las ansiedades y quebrantos de los meses pasados se sosegaron en mi espíritu. Aquel mes de agosto lo pasé entre la playa, las quedadas con mis amigos Jesús y Jesús, estudiando alguna asignatura del Conservatorio para septiembre -cuando logré recuperar Música de Cámara-, tocando algo el piano y escuchando por las noches repetida e incansablemente las dos cintas de cassette de Mecano que mamá me había comprado en junio; el recopilatorio que este consagrado grupo pop español había lanzado aquel año: "Ana, José, Nacho". Y es que había ahí canciones clásicas suyas -y alguna que otra novedosa- verdaderamente buenas; de esas que no se olvidan y te conmueven. Mis preferidas: "Mujer contra mujer", "La fuerza del destino", "Naturaleza muerta", "Hijo dela Luna", "Dalí", "Otro año más", y, sobre todo, "Cruz de Navajas". 

Me aprendí las letras de memoria de casi todas ellas; treinta eran en total. Han pasado casi veinte años y me acuerdo de casi todas ellas. Las cassettes, por supuesto, ahí las tengo. Las tocaba en el piano, y a menudo las tocaba en el órgano de San Jaime acompañando a Mani cantando muchas de ellas mientras esperábamos a los novios en nuestras bodas. También en casa en fiestas familiares. Pero aquel verano de 1998, en las noches en vela, la música de Mecano acaparaba mi corazón.

Y entonces llegó septiembre. Mamá vino de su viaje a EE.UU.; fue para estar con mi hermana Natalia y su familia; Andrew, su segundo hijo, acababa de nacer dos meses antes de su ida -ella fue a principios de julio, él había nacido el ocho de mayo-. María, mi hermana, también regresó de allá unas semanas o un mes después -había pasado un año con Natalia y su familia-.

Comenzó el curso escolar. Yo dejé mis estudios de Filología Hispánica y me centré sólo en el Conservatorio, en un par de asignaturas. Jesús, el González, me dijo que si pensaba dejar la Universidad, que no descartara volver algún día (así fue, de hecho, al hacer mi carrera de Magisterio). Él continuó con Derecho, y realmente parece que empezó muy bien el curso, obteniendo sobresaliente en algún examen, pero al final nos contó a Jesús Burgos y a mí que seguramente lo dejaría, o que seguiría más centrado otro año (lo cierto es que dejó esta carrera y en 2000 nos vimos en el campus, y me dijo que dejó Derecho y estaba comenzando a hacer "Relaciones Laborales").

Aquel otoño fue muy bonito. Tras un curso lleno de inquietudes y ansiedad, sobre todo en primavera, al empezar el otoño me sentí mucho mejor, a pesar de que dejé la carrera y había cierto vacío en su lugar. Pero una serie de hechos entre los que están, sobre todo, la lectura de la Biblia y el sentimiento religioso, me hicieron sentir mucho mejor y a gusto conmigo mismo, con la Naturaleza, con los demás y con Dios. Estas lecturas me confortaban, y hacían que una llama de esperanza alumbrara mi mente y ardiera en mi corazón. Y estos dos grandes amigos, y las conversaciones que había tenido con ellos, los guardaba también, como Jesús y Dios mismo, muy dentro de mí.