UN DEPORTE MENTAL
Cuando pensamos acerca del deporte, solemos asociar dicha palabra a su aspecto físico, de ejercicio gimnástico o corporal para conservar o mejorar la condición física.
El concepto de "deporte" connota también el llamado "espíritu deportivo", el cual significa el ánimo o la intención del deportista a competir limpiamente, el llamado "juego limpio", y sobre todo, el respeto hacia el rival, respeto que ha de primar sobre el hecho del resultado de la competición, es decir, de ganar o perder. Este espíritu deportivo es fundamental para que una determinada competición sea calificada como deporte.
Pero volviendo al hecho mencionado al principio, el que asocia deporte con ejercicio corporal destinado a la conservación y mejora de la condición física. Frente a este concepto, tenemos cierto tipo de competiciones en los cuales no interviene dicha condición física, sino la intelectual o mental de manera exclusiva, como sucede en el milenario juego del ajedrez.
El predecesor de todos los juegos de la familia del ajedrez surgió presumiblemente en la India septentrional como juego para cuatro. Este ajedrez primitivo se conocería con el nombre de "chaturanga" en Persia, tras cuya conquista por los árabes continuaría desarrollándose siguiendo las expansiones islámicas.
Su invención se atribuye a un habitante de la India siglos antes de Cristo. Se trataba de una persona con sólidos conocimientos matemáticos, quien ideó el tablero de juego de 64 casillas (8x8) con su disposición alternativa en blanco y negro, y también inventaría la forma de mover de cada pieza y las reglas fundamentales del juego.
El juego llegó a conocer tal fama que llegó a ser conocido por el primer mandatario de la India en su tiempo, quien, al constatar la grandeza de la invención por sus grandes posibilidades combinatorias y la consistencia del juego que con tales reglas se podía llegar a desarrollar, no dudó en ofrecer a su inventor que le concedería aquello que le pidiera, hasta la mitad de su reino. Nuestro personaje rechazó tal oferta, diciendo al rey que se "conformaba" con la producción de grano resultante de multiplicar por dos sucesivamente por cada casilla, sesenta y tres veces, comenzando desde un solo grano en la primera casilla hasta llegar a la última. El rey, al escuchar esto de labios de nuestro protagonista, pensó que era muy conformista, y le parecía ridículo premiarle sólo son aquéllo; pero ante la insistencia del inventor accedió a ello. Cuando sus pajes procedieron a calcular el número de granos con que se había de galardonar a nuestro genio, y llegaron al resultado final, el rey indio quedó boquiabierto e incrédulo al ser informado de que debía obsequiarle con la la producción de grano en toda la India en el tiempo e ocho años (tuvo que cumplir su palabra y hacerlo, admirando y elogiando el ingenio de su súbdito).
Posteriormente, el ajedrez se fue expandiendo por todo el imperio, en un principio por las castas altas de la sociedad. Paulatinamente fue calando en occidente, adquiriendo gran popularidad durante la Edad Media, popularidad que se ha mantenido hasta nuestros días.
Un pasatiempo universal.
Un juego de tradición ancestral.
El predecesor de todos los juegos de la familia del ajedrez surgió presumiblemente en la India septentrional como juego para cuatro. Este ajedrez primitivo se conocería con el nombre de "chaturanga" en Persia, tras cuya conquista por los árabes continuaría desarrollándose siguiendo las expansiones islámicas.
Su invención se atribuye a un habitante de la India siglos antes de Cristo. Se trataba de una persona con sólidos conocimientos matemáticos, quien ideó el tablero de juego de 64 casillas (8x8) con su disposición alternativa en blanco y negro, y también inventaría la forma de mover de cada pieza y las reglas fundamentales del juego.
*Disposición de las piezas sobre el tablero de ajedrez.
El juego llegó a conocer tal fama que llegó a ser conocido por el primer mandatario de la India en su tiempo, quien, al constatar la grandeza de la invención por sus grandes posibilidades combinatorias y la consistencia del juego que con tales reglas se podía llegar a desarrollar, no dudó en ofrecer a su inventor que le concedería aquello que le pidiera, hasta la mitad de su reino. Nuestro personaje rechazó tal oferta, diciendo al rey que se "conformaba" con la producción de grano resultante de multiplicar por dos sucesivamente por cada casilla, sesenta y tres veces, comenzando desde un solo grano en la primera casilla hasta llegar a la última. El rey, al escuchar esto de labios de nuestro protagonista, pensó que era muy conformista, y le parecía ridículo premiarle sólo son aquéllo; pero ante la insistencia del inventor accedió a ello. Cuando sus pajes procedieron a calcular el número de granos con que se había de galardonar a nuestro genio, y llegaron al resultado final, el rey indio quedó boquiabierto e incrédulo al ser informado de que debía obsequiarle con la la producción de grano en toda la India en el tiempo e ocho años (tuvo que cumplir su palabra y hacerlo, admirando y elogiando el ingenio de su súbdito).
Posteriormente, el ajedrez se fue expandiendo por todo el imperio, en un principio por las castas altas de la sociedad. Paulatinamente fue calando en occidente, adquiriendo gran popularidad durante la Edad Media, popularidad que se ha mantenido hasta nuestros días.
Las piezas y sus movimientos.
El juego contiene un total de 32 piezas, 16 de cada color -blanco o negro- pertenecientes a cada uno de los dos jugadores. Al principio de la partida se echan suertes para ver quién llevará las de cada color. Corresponde el primer movimiento, el que abre cada partida, al jugador que lleva las blancas.
Las dieciséis piezas de cada color se distribuyen del modo siguiente:
- 1 Rey
- 1 Dama
- 2 Alfiles
- 2 Caballeros
- 2 Torres
- 8 peones
*Piezas blancas de ajedrez, ordenadas de mayor a menor tamaño (una pieza de cada tipo).
Los jugadores mueven una pieza o peón cada turno -con excepción de un tipo de movimiento especial, que se puede realizar o no sólo una vez en toda la partida: el enroque, que detallaré en su momento-.
Las piezas pueden moverse de la siguiente manera:
- El Rey puede mover una casilla en cualquier dirección.
- La Dama puede mover tantas casillas disponibles como haya en el tablero, según su posición, en cualquier dirección.
- Los Alfiles se mueven diagonalmente, tantas casillas como haya disponibles -según su posición-.
- Los Caballeros -también llamados vulgarmente "caballos"- son la única pieza que puede mover a la casilla destino independientemente de que haya otras piezas, propias o del adversario, situadas en casillas intermedias, pudiendo "saltar" por encima de ellas. Se mueve formando una "L" entre casilla origen y destino; esto es, desplazándose dos casillas horizontalmente y una verticalmente -o viceversa- desde la casilla de origen, hacia cualquier dirección posible.
- Las Torres se pueden mover horizontal o verticalmente, tantas casillas como haya libres.
- Los Peones tienen una gama de pequeños movimientos variable. Mueven normalmente una sola casilla hacia adelante (verticalmente), pero este movimiento cambia en las siguientes circunstancias:
- Como primer movimiento desde su salida (primer movimiento de cada peón): pueden mover una -como siempre- pero también dos casillas, a voluntad del jugador.
- - Para capturar pieza rival -vulgarmente "comer"-, mueven en sentido diagonal, una casilla, la inmediata a izquierda o derecha, siempre hacia adelante.
- - Como respuesta inmediata a un movimiento de dos casillas por el movimiento inicial de un peón rival, puede "comer al paso"; esto es, hacer un movimiento de captura convencional pero cuya pieza capturada -siempre un peón, el que acaba de mover dos casillas- está sobre la casilla situada inmediatamente a izquierda o derecha del peón que mueve (cuya casilla destino está vacía, pero eliminando del tablero dicho peón rival).
- - Pueden promocionar a cualquier otra pieza de su color. Esta promoción se efectúa al llegar un peón a la octava fila -la última suya, la primera del adversario- mediante un movimiento hacia adelante normal. Una vez promocionado, ese peón se convierte en la pieza elegida -cualquiera menos otro peón; normalmente la dama-, desplazándose a partir de ese momento como tal.
- Como se ha advertido anteriormente, hay un tipo de movimiento especial, el llamado "enroque", en el cual se mueven dos piezas propias (en lugar de una sola). Este movimiento puede realizarse sólamente una vez en el transcurso de la partida. Consiste en mover el Rey dos casillas a izquierda o derecha desde su posición inicial en el tablero, cuando no hay otras piezas entre ésta y cualquiera de las dos torres. Una vez movido el Rey, la Torre del flanco -lado- hacia el cual se ha movido el monarca, se mueve en dirección a él hasta colocarse una casilla más allá.
*Vídeo explicativo del movimiento "enroque".
El enroque, como se explica en el vídeo anterior, sólo se puede realizar cuando se reúnen ciertas condiciones, que son las siguientes:
- Ambas piezas implicadas, el Rey y la Torre, deben no haber movido anteriormente en lo que vaya de partida. Ambas piezas deben estar situadas, por tanto, en su casilla de posición inicial.
- No debe haber piezas propias ni contrarias entre ambas piezas.
- El Rey no debe estar amenazado, o en "jaque".
- Ni la casilla destino ni la intermedia en el movimiento del Rey deben estar amenazadas de jaque.
Objeto del juego.
El ajedrez es un juego ancestral que, como he mencionado, surgió en la Antigua India hace varios miles de años. Pero fue en la Edad Media y en Europa donde, al tiempo que se popularizó, evolucionó decisivamente en muchas de sus reglas y formas, de manera que el juego que hoy conocemos plasma exteriormente bastantes características de aquel milenio medieval, tan dado a los ejércitos, fortificaciones y caballerías (como se ha podido observar en el nombre de las piezas).
El objetivo del juego es, como se puede deducir, en demostrar sobre el tablero y mediante habilidades mentales que el ejército propio es capaz de derrotar al del contrario -como si de una batalla medieval se tratase-.Esto normalmente se consigue dando "jaque-mate" al rey enemigo, que consiste en amenazar al rey contrario con una pieza propia de manera que aquél no puede realizar ningún movimiento legal sobre el tablero (debido a que las posibles casillas de destino están también amenazadas por la misma o cualquier otra pieza rival, o bien están ya ocupadas por piezas propias, de manera que no hay huida posible). Cuando esto sucede, el jugador cuyo rey ha sufrido dicho jaque-mate, pierde inmediatamente la partida.
*Ejemplos de partidas ganadas por "jaque-mate" (los jaques-mate más rápidos en ajedrez).
A veces se llega a tal situación que es imposible dar "jaque-mate" por parte de ambos contendientes. La partida entonces se decide de una de las siguientes maneras:
- - Por bloqueo: cuando en el turno de un jugador, sin estar en jaque, éste no puede realizar ningún movimiento legal. Cuando este bloqueo la sufre el Rey solo, sin más piezas propias, se denomina: "Ahogado". La partida termina entonces en "tablas", es decir, en empate.
- - Por material insuficiente de ambos jugadores, siendo imposible que ninguno pueda dar jaque-mate. Así, también se producen tablas.
- - Cuando, con material suficiente para poder dar jaque-mate, y quedándole solo el Rey al rival, el jugador que goza de tal superioridad no da el jaque-mate en un número determinado de turnos. En tal caso quedan en tablas.
- - Cuando uno de los dos jugadores se rinde, por la propia convicción de no sentirse capaz de vencer o quedar en tablas, proclamándose por tanto el rival como vencedor.
- - Cuando ambos jugadores pactan tablas.
- - Cuando se agota el tiempo establecido de uno de los dos jugadores, proclamándose vencedor el adversario, siempre y cuando el material de éste en dicho momento no sea insuficiente para haber podido dar jaque-mate si el tiempo no hubiera expirado -en caso de que sí lo fuera, sería tablas-.
- - Cuando uno de los jugadores infringe gravemente las normas actitudinales del juego, el juez o, en su defecto, los espectadores, pueden penalizarle con la descalificación, proclamándose automáticamente vencedor el oponente.
Un pasatiempo universal.
El ajedrez es, probablemente, el juego de tablero más practicado en todo el mundo a lo largo de la historia. Se puede jugar "in situ", por dos jugadores que comparten tiempo y lugar. Con tiempo o sin él (existen diversos dispositivos para medir el tiempo diseñados con el fin de contabilizar el tiempo empleado por cada jugador en su turno).
En casi todas las escuelas de educación obligatoria hay material ajedrecístico -tableros y piezas- para jugar por los alumnos en horas no lectivas. Es común y frecuente la organización de competiciones ajedrecísticas a a nivel escolar, así como de torneos a nivel aficionado local o regional para todas las edades -llevadas a cabo por los ayuntamientos u otras corporaciones políticas. Y por supuesto, a nivel estatal o nacional e internacional; de manera que existen ajedrecistas profesionales que se ganan la vida compitiendo a este juego (que como hemos dicho al principio, es un deporte). Algunos, como es el caso de los grandes maestros, llegan a tener renombre mundial, pudiendo quedar grabados para la historia, según su repercusión o impacto.
*Foto de dos grandes maestros del ajedrez de finales del siglo pasado, Gary Kasparov y Anatoli Karpov, ambos rusos. Compitiendo en una de las partidas que les enfrentó en su lucha por el campeonato del mundo a comienzos de la década de 1990.
Sin duda, dos genios; los máximos exponentes del ajedrez de finales del siglo XX. Sus apellidos han quedado en la mentalidad colectiva contemporánea de "entre-siglos".
En la prensa, en la sección de pasatiempos, muchas veces hay un espacio dedicado a la resolución por el lector de "problemas de ajedrez", mostrando un diagrama en que se representa el tablero y la posición determinada de las piezas sobre las casillas, con una leyenda de "blancas juegan y ganan", o "negras juegan y dan mate en tres", blancas juegan y hacen tablas, etc. Los hay de diverso nivel de dificultad, pero generalmente no san nada fáciles (o por lo menos, a mí personalmente me costaban cierto tiempo de análisis para resolverlo, cosa que no siempre podía realizar).
Con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación audiovisual -Internet-, se ofrecen multitud de sitios web en los que cualquier aficionado puede registrarse y hacerse usuario para competir en partidas on-line con otros cybernautas aficionados a este deporte, en partidas individuales o incluso pequeños torneos y en las diferentes modalidades según el tiempo máximo disponible. También en Internet se puede uno asociar a clubes y participar con ellos en torneos regionales, estatales o internacionales.
En los hoteles, hostales, residencias, restaurantes, bares, así como centros juveniles o para determinados colectivos sociales y muchos otros tipos de lugares públicos, hay a disposición de los clientes, tableros y piezas de ajedrez, e incluso dispositivos para la medida del tiempo, destinados a su uso en tales locales.
La mayoría de los hogares de familias de condición media, en la actualidad, suele contar entre su repertorio de juegos de tablero, con uno de ajedrez.
Experiencia personal
Mis primeros recuerdos acerca de este apasionante hobby se remontan a mis 4 ó 5 años de edad. Mi hermano mayor, Pedro Miguel, trataba de enseñarme las reglas del juego con las fichas y el tablero de un juego de ajedrez que teníamos en casa y con el que alguna vez vi a alguno de mis hermanos jugar.
Era en la etapa de Torrijos.
Ya en Benidorm, ese tablero y fichas todavía pervivieron, pero las escasas veces que jugué a este juego los primeros años de vivir en la pequeña ciudad mediterránea de los rascacielos, fueron con pequeños estuches contenedores de las fichas y que al abrirlos se desplegaban en pequeños tableros.
Pero fue a partir de los 11 años, allá por 1990, jugando al ajedrez con un programa de mi ordenador monocromo, contra el propio Pc, la forma por la que me empecé a aficionar; sobre todo cuando a empecé a tener mi propio ordenador en mi habitación, a aquella edad, entre sexto y séptimo de E.G.B.
Ya a comienzos de aquel 7º de E.G.B., del que guardo bonitos recuerdos, empecé a jugar habitualmente con mi padre. Las fichas de aquel ajedrez torrijeño todavía las conservábamos (y aún las conservo, y son con las que juego cuando queremos echar una partida "in situ", como yo digo), pero para jugar con ellas tuvimos que manufacturar un tablero a base de cartón (de aquéllos que contenían el género con el que comerciaba mi padre) y rotuladores para dibujar las casillas de blanco y negro. Y tales piezas y tablero acartonado nos sirvieron para jugar bastantes veces antes de comprar otro tablero (de peor calidad que el torrijeño pero algo más grande de tamaño). Y con él y con aquéllas fueron con las que más partidas jugué y más me apasioné a este rico juego. Y ya no sólo con mi padre, sino también con mi hermano Jesús, que tanto se picaba entonces conmigo a este juego, pues con él aprendí básicamente y hasta poco antes él siempre solía ganarme sin demasiada dificultad y me daba lecciones.
Pero a partir de mediados de aquel curso de 7º de E.G.B. el que empezó a dar lecciones tanto a padre como a hermano favorito fui yo. Y vaya si se las daba, en las tardes de fin de semana, a uno y a otro. Cómo disfrutaba yo aprendiendo aquel año, independientemente de que ganara o no, apreciando la belleza de las combinaciones, las aperturas, los jaques-mate, las clavadas, los dobles ataque de con los caballos, y más y más cosas que aprendí también, no sólo con la práctica, sino con la teoría de un buen libro didáctico de "Ajedrez Elemental", del italiano Bruce Pandolfini. Su lectura me resultó muy provechosa y grata cara a sentar mi base y buen entendimiento y apreciar más aún la belleza matemática de este bonito juego. Sí, verdaderamente fue este curso, a mis 12 años, aquel 1991, cuando empecé a saborear la belleza del ajedrez.
*Portada del libro "Ajedrez Moderno", de Bruce Pandolfini, con el que me sumergí apasionadamente en el aprendizaje del ajedrez.
En 8º, seguíamos jugando, sobre todo a partir del verano después del curso, aquel estío de 1992, el año de los grandes acontecimientos de la España contemporánea; el año del V centanario de la fundación de nuestra nación. Mi primo Javier se convirtió en el nuevo rival asiduo de las tardes de aquel y posteriores veranos en la terraza de nuestro chalet. También seguía jugando, por supuesto, con papá y Jesús, e incluso hacíamos torneos de cuatro... pero mi primo ha de reconocer que verdaderamente se picaba de una manera bastante infantil. Era evidente que no le hacía ninguna gracia perder con su primo ocho años más joven, cosa que casi siempre ocurría, y menos si había "espectadores" familiares. Pero entonces me pedía jugar otra, y si volvía a perder me pedía otra más, y así hasta que por fin conseguía ganarme una -aunque para ello necesitara recurrir a estrategias extradeportivas -por no decir "anti"deportivas-.
Volviendo a mi rival más asiduo, mi padre, es digno de mención el hecho de que entre aquel verano de 1992 y el de 1994, empleé un bloc de facturas que él me dió para anotar los movimientos de las partidas que echamos en aquel período de tiempo; casi todas ellas fueron encriptadas para la posteridad mediante el sistema internacional de anotación ajedrecística (no sé si habrá algún nombre preciso para definirla). Anotaba la fecha de cada partida, el color con que jugábamos cada uno, los movimientos efectuados en cada turno, el tiempo transcurrido en completar la partida y el resultado de la misma. Bauticé tal cuaderno con el nombre de: "las 50 partidas entre Papá y Jorge". Por supuesto, todavía lo conservo.
A partir de 1995 hubo un decaimiento en la frecuencia y el entusiasmo de nuestras partidas. Ya no jugaba yo con tanta motivación como antaño. Y mucho menos en años venideros. Con la entrada del nuevo milenio, prácticamente se disipó casi todo el atractivo y expectación que había suscitado en mí el ajedrez durante mi adolescencia.
Pero en 2015 hubo un resurgir de esta afición en mi vida. Mediante las nuevas tecnologías, en concreto Internet -¡cómo no!- empecé a "viciarme" jugando partidas e incluso pequeños torneos con otros jugadores a lo ancho del mundo, mediante el sitio web www.chess.com (el cuál dejo el enlace por si algún lector quiere visitarlo y echar alguna partidita... a lo mejor se encuentra conmigo mismo...). Realmente me envicié bastante. Durante unos cuatro años he jugado mucho, casi todos los días, a este pasatiempo. Durante mañana, tarde y noche. Muy absorbido; peligrosamente, casi, diría yo. No recomiendo una adición así a nadie. Y es que Internet seduce con su abanico de posibilidades cybernéticas y la posibilidad de hacer o ver lo que quieras con la instantaneidad de apretar una tecla. Mucho cuidadín.
De vez en cuando, aún juego al ajedrez mediante tal plataforma, pero no con la frecuencia e intensidad de hasta hace no mucho; comienzos de 2019, más o menos. Pero siempre me resulta atractivo ver la banderita de mi país junto a mi nombre en las listas de las clasificaciones de un torneo que otro.
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