MI DEPORTE FAVORITO
No soy una persona muy deportista; no me atrae especialmente el ejercicio físico, más bien todo lo contrario. Basta mencionar el hecho de que la educación física en la etapa escolar siempre fue mi personal escollo, la asignatura que siempre hubiera querido poder evitar (mis calificaciones en esta materia casi siempre eran de aprobado raspón).
Cuando mis compañeros jugaban a algún deporte en el recreo, yo no solía participar; ni futbito, ni baloncesto ni nada. Yo me iba a otra parte. Como mucho, durante el curso de 7º recuerdo jugar con Carlos Pena, mi mejor amigo entonces, a una especie de "tenis", pegando con la mano a una "pelota" de aluminio (de envolver el almuerzo que me preparaban en casa mis padres) sobre un reducidísimo área en un rincón del espacio de recreo disponible en el patio del colegio.
Pero también es cierto, no obstante, que desde aquel curso, empecé a tomar clases de tenis semanales en el "Lope de Vega", el colegio que había cerca de mi casa (y en el que cursé 4º y 5º de EGB). No sólo allí, sino que por temporadas fui al complejo deportivo de "Foietes" a clases de este deporte para recién inicicados o con escasa experiencia. Y no sólo este deporte, sino que también por temporadas, más frecuentemente, he estado yendo a tal complejo deportivo y al colegio mencionados a sesiones de gimnasio varios días a la semana, y también a natación, en dicho colegio.
Tenis, natación y gimnasio, han sido, pues, los deportes a destacar que yo he practicado en mi vida (también, pero sin asistir a clases, he jugado bastante y sigo jugando a veces a tenis de mesa, ajedrez, bádminton, frontón y pádel. Los deportes de raqueta y el ajedrez han sido mis grandes aficiones deportivas, pero también, casi -aparte de la natación y el gimnasio-, los únicos que he practicado).
Tenis, natación y gimnasio, han sido, pues, los deportes a destacar que yo he practicado en mi vida (también, pero sin asistir a clases, he jugado bastante y sigo jugando a veces a tenis de mesa, ajedrez, bádminton, frontón y pádel. Los deportes de raqueta y el ajedrez han sido mis grandes aficiones deportivas, pero también, casi -aparte de la natación y el gimnasio-, los únicos que he practicado).
Deporte español: hacia Barcelona'92
Durante mi infancia, pero sobre todo desde que fuimos a vivir a Benidorm en 1985 y durante esos años de finales de dicha década y hasta el anhelado 1992 (año en que, desde 1986, se sabía que la ciudad Barcelona iba a ser sede de los JJ.OO.), el deporte era un campo en el que España estaba progresando y cuyo nombre aparecía de vez en cuando, pero cada vez con más frecuencia, en diversas especialidades, bien en equipo o bien representada por destacados deportistas individuales. El gobierno de nuestro país, animado por el empuje de la olimpiada que iba a albergar nuestro país, fomentó el deporte mediante programas y subvenciones especiales, de manera que desde aquella olimpiada hasta hoy, nuestro deporte experimentó un antes y un después.
*Vídeo conmemorativo del 25 aniversario de la designación de Barcelona como ciudad que albergaría los Juegos Olímpicos de 1992.
En deportes de equipo, teníamos buena selección de baloncesto; pero también de balonmano y waterpolo (deportes en los que solíamos frecuentar buenas clasificaciones y varias veces podio en campeonatos europeos y mundiales).
En fútbol teníamos un buen combinado con una generación -conocida ahora como "la del Buitre", en alusión a Emilio Butragueño, el destacado delantero de la selección por entonces- que nos hizo soñar en México'86 (cuando estuvimos a punto de clasificarnos para semifinales). En 1982, los Mundiales de Fútbol se habían celebrado en nuestro país (España'82, con la mascota "Naranjito"), cita en la que no estuvimos muy finos, pero en diciembre de 1983 conseguimos un histórico 12-1 contra Malta, en el Benito Villamarín de Sevilla, que nos clasificó "por los pelos" para la Eurocopa del año siguiente en Francia'84, donde alcanzamos el subcampeonato (perdiendo en la final contra los anfitriones franceses y su Platini).
En Hockey sobre patines hemos tenido siempre, no sólo en los 80, una buena selección que ha conseguido multitud de medallas tanto a nivel europeo como mundial, estando siempre entre las cuatro más galardonadas históricamente (junto a Italia, Portugal y Argentina).
En cuanto a gestas individuales, teníamos a Severiano Ballesteros en golf, que consiguió gran renombre y popularidad nacional e internacional. En esquí a Blanca Fernández Ochoa (R.I.P., desde un año, más o menos). En natación, Martín López Zubero.
Y en ciclismo, Pedro Delgado hacía memorables tours de Francia como el de 1987, en el que quedó segundo, estando a punto de ganar, lo que sí consiguió al año siguiente, en 1988 -hazaña que era la tercera vez que la lograba un ciclista español, en los casi cien años de historia de tal evento-; al año siguiente, 1989, fue tercero (cuarto en 1990, quinto en 1991 y sexto en 1992). En 1991, otro español, Miguel Induráin, del que sólo se esperaba ayudar a Delgado como integrante del mismo equipo -Banesto-, se impusó en la prueba gala y repitió triunfo las cuatro ediciones siguientes (siendo el primer ciclista en la historia, hasta entonces, que conseguía esos cinco títulos de forma consecutiva). Induráin saltó a la fama y se convirtió en el mejor deportista español de la historia (privilegio que hoy en día ostenta Rafael Nadal).
*Miguel Induráin en una escalada alpina histórica en la historia del Tour de Francia
(año 1995, cuando consiguió su 5º Tour).
En motor, teníamos a Jorge Martínez Aspar en 125 c.c, (creo recordar que ésta era su cilindrada), a Sito Pons (creo que en 250 c.c.), y a Ángel Nieto, desde los años 70 (no sé si era la de entonces 75 c.c.), consiguiendo su famoso "12+1" triunfos en otras tantas temporadas -hasta su momento, él fue el mejor deportista español de todos los tiempos-.
También tuvimos otros campeones de motor como Carlos Cardús y Álex Crivillé (250 y 500 c.c.). Con todos ellos logramos, de vez en cuando, llevarnos alguna alegría (poca cosa con los grandes éxitos de las dos últimas décadas por tantos españoles que han destacado en motos -Pedrosa, Márquez, Gibernau, Bautista... y otros-, amén de Fernando Alonso en Fórmula 1).
También hay que mencionar a Carlos Sáinz, campeón varias veces del mundial de Ralleis, y a Jordi Tarrés, campeón muchas veces y casi de forma consecutiva de seis o más títulos mundiales de motos de "Trial".
También hay que mencionar a Carlos Sáinz, campeón varias veces del mundial de Ralleis, y a Jordi Tarrés, campeón muchas veces y casi de forma consecutiva de seis o más títulos mundiales de motos de "Trial".
Pero poco más teníamos entonces. Muy poco era en comparación con la gran potencia mundial en deportes que nuestra nación copa en nuestros días, ya bien entrado el siglo XXI. Y no es que fuera tan poco lo de entonces, es que hoy somos, como acabo de decir, una gran potencia mundial en el ámbito deportivo.
La plataforma de ese potencial que hoy ostentamos, la supuso, a mi juicio, y como ya dije en otra entrada de este blog, la organización de los JJ.OO. en Barcelona, en 1992. A partir de tal evento, en todas las citas olímpicas hemos cosechado muy buenas posiciones en sus medalleros, impensables antes de aquel 92. Y en las demás citas deportivas, también, por supuesto (mundiales y europeos de fútbol, baloncesto, balonmano, waterpolo, hochey hierba, Tours y Giros de ciclismo, Motor, etc. como he detallado en la entrada de este blog dedicada a España -click en el enlace para acceder-).
El Tenis
Hasta mis 10 años, el tenis me parecía un deporte aburridísimo y cuyas "reglas" no podía entender; simplemente porque no tenía paciencia de permanecer tres minutos ante la pantella de TV viendo una pista de tenis con dos jugadores que se pasaban una bola pegándola con una raqueta de uno a otro lado. No entendía la forma de puntuar ni los motivos por los que se contabilizaban los puntos a favor y, sobre todo, porque me desesperaba el ritmo lentísimo de juego y ver cómo el marcador se movía tan extraña y lentamente (acostumbrado como estaba a ver partidos de baloncesto, único deporte que me gustaba seguir durante mi infancia, especialmente a la selección española que, en aquellos años 80 con el entrenador Antonio Díaz Miguel, alcanzó altas cotas y medallas con una memorable generación de jugadores cuyo logro más emblemático fue la medalla de plata en los JJ.OO. de Los Ángeles en 1984).
Durante aquellos 8 ó 9 años de edad (alrededor de los JJ.OO. de Seúl en 1988), en cuanto al tenis, sólo me sentía muy ligeramente familiarizado con los nombres de Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal, que formaban pareja de dobles y alcanzaron la plata en aquellos JJ.OO. Mucho menos aunque quizá también oí el del hermano del primero, Javier, pero poco más,. Ah, bueno, sí: el de John Mc Enroe, más bien por su personalidad y carácter, que suscitaba cierto interés en mi casa por verle jugar, muy de vez en cuando, y comentarse de él sus malos modos y actitud hacia los jueces de silla.
Arantxa Sánchez Vicario
El punto de inflexión que marcó Barcelona'92 para el deporte español en general, se adelantó ligeramente en el ámbito tenístico por un éxito inesperado, el de la joven de 17 años, Arantxa Sánchez Vicario, en el torneo de tierra batida de París, Roland Garros, uno de los cuatro grandes del año (los de Grand Slam) en este deporte.
El 10 de junio de 1989 casi toda España debería estar, yo creo, frente a su aparato de TV viendo como, en un partido excepcional que se prolongó por casi 3 horas (cuando el año anterior, la rival de la española aquel día, la alemana Steffi Graf, número uno indiscutible del mundo, había barrido de la pista a su adversaria en 34 minutos dejándola a cero), Arantxa, la menor de los Sánchez Vicario, se proclamaba en la primera española que conseguía uno de estos grandes torneos y la más joven de éste en su historia.
Hasta ese día, como decía antes, este deporte me había parecido siempre aburridísimo e ininteligible, y yo lo rehuía siempre que lo veía en TV, cambiando de canal. Pero cuatro días antes, el martes 6 de junio, haciendo "zapping", vi una hermosa pista en la pantalla pero antes de cambiar reparé en que se trataba de mujeres las que jugaban (normalmente siempre me había topado con partidos entre hombres), y además salía un marcador con la bandera española al lado del apellido de la jugadora, en este caso, el de "Sánchez" (que iba además ganando). El otro apellido era "Novotna". Y poco después, el partido estaba terminando, vi cómo la nuestra alzaba los brazos y se dirigía a la red. Arantxa acababa de ganar su partido de cuartos de final del torneo (yo no sabía que era tal ronda), por 6-2 y 6-2. Me alegré, cambié de canal y me olvidé.
Pero dos días después, el jueves día 8, vi otra vez la misma hermosa pista con el mismo apellido español y otro, el de "Fernández", también hispano aunque éste con la bandera de EE.UU. (pues la jugadora a la que representaba es de padre español, asturiano). Arantxa volvió a ganar su semifinal con idéntico resultado que el partido anterior. Me alegré, cambié de canal y me olvidé. Pero no por mucho tiempo nuevamente porque, otros dos días después, aquel día 10, sábado, me dispuse a encender el TV para amenizar un rato en familia, pues además teníamos visita, un sacerdote amigo que iba a comer con nosotros. Encendí y vi la misma hermosa pista de tenis, esta vez aún más hermosa, porque estaba llena de gente, casi todos franceses supongo, presenciando la final femenina de su gran torneo, Roland Garros; y vi otra vez el apellido "Sánchez" y el de "Graf" (junto a la bandera de Alemania), pero esta vez la española iba perdiendo 2-1 (el partido había comenzado hace poco). Me senté y nos pusimos a verlo.
Entonces, por lo que decían los comentaristas, me puse al corriente de todo. Era una final. De un torneo importante. En Francia. Hacía mucho tiempo que España no conseguía tener un representante, jugador o jugadora en un partido de tal calibre, y era la primera vez que una jugadora lo lograba en este torneo francés. La rival era la número uno del mundo desde hacía bastante tiempo (su presencia, su físico, su forma de moverse y su actitud delataban su superioridad). Según el comentarista hablaba y el partido iba avanzando, yo iba metiéndome en la situación y en lo que aquel partido representaba, y veía cómo la nuestra mostraba una actitud que invitaba a animarla porque, aparte de que Graf era claramente la favorita, parecía como si Arantxa sintiera que podía hacer algo más que cumplir con las expectativas. Por supuesto, ella iba a intentar ganar, o a no ponérselo fácil a su rival. Y una actitud muy especial en esta joven compatriota se notaba desde el primer momento, en cada punto.
Y el milagro ocurrió. Después de 2h. y 58' de juego, Arantxa se dejaba caer, con un gesto de victoria y el aplauso de miles de espectadores (amén de los millones tanto en España como en le extranjero que lo seguirían por TV), sobre la tierra batida de la pista central de Roland Garros, para celebrar que acababa de vencer a la mismísima y casi invencible número uno del tenis femenino desde hacía dos años (y que continuaría siéndolo por casi otros dos más), la alemana Steffi Graf.
A partir de ese día, me convertí en seguidor forofo de nuestra entonces joven tenista hasta el final de su carrera.
Tal fue la afición al tenis que Arantxa suscitó en mí, que aprenderme nombres y más nombres de tenistas y archivar en mi memoria resultados de partidos de tenis se convirtió en una obsesión. Llegaba del colegio a casa y, habitualmente, lo primero que hacía después de dejar mi mochila con los libros en mi habitación era ir hacia el salón, coger el control remoto de TV y poner el teletexto en la sección deportiva para ver si había noticias de tenis, sobre todo cuando sabía que se estaba disputando algún torneo en que jugaba Arantxa (o Conchita, la otra gran jugadora de nuestro tenis de aquella época, tan sólo cuatro meses más joven que la primera).
Me familiaricé con el calendario anual de torneos de tenistas profesionales de élite a nivel internacional, los nombres de tenistas, actuales y de épocas pasadas, prestaba atención a todo lo que leía y escuchaba de los comentaristas en los partidos, me fijaba en el juego... en fin, una observación curiosa y apasionada que me llevó a ser un aficionado al tenis en general y de nuestra Arantxa en particular, llegando a tener una visión global de este deporte bastante amplia.
Las navidades de aquel año 1989, mi tía me regaló una raqueta buena de tenis, de cierta apreciada marca, recomendada por mi prima Begoña. Y en su casa "El Olimpus", el gran chalet en el que ella y mis primos -sus hijos- vivían en aquella época, es donde empecé a jugar mis primeros partidos con alguno de mis hermanos o hermanas, o amigos, o mis primos mismos (pues allí, tenían una pista en la que ellos de vez en cuando jugaban, pues casi todos ellos habían sido formados tenísticamente. También había un buen espacio, contiguo a la pista, para jugar al frontón, donde me he pasado muchas más horas peloteando yo solo y aprendiendo a dar a la pelota y correr bien tras ella a cada golpe). Jugando y peloteando allí y en la pista del edificio de Leticia, amiga de mi hermana María y mía, es donde más he jugado libremente a este deporte, intentando recordar y poner en práctica tanto lo que me enseñaban en mis clases como lo que yo observaba en los partidos que veía por la tele.
Con Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, el tenis femenino español ha tenido, indudablemente, la mejor representación con gran diferencia en su historia. Dos grandes tenistas de prácticamente la misma edad triunfando simultáneamente y permaneciendo ambas largo tiempo en la élite mundial. Durante una década prácticamente entera, la de los años 90 del pasado siglo, estas dos heroínas estuvieron casi ininterrumpidamente entre las diez mejores raquetas femeninas del planeta.
Se puede decir que España fue la máxima potencia en el tenis femenino mundial durante aquella década. Nuestra nación, gracias a estas dos chicas, ha ganado cinco veces la "Copa Federación" (especie de Davis en categoría femenina). Nunca antes ni después de ellas hemos podido lograr tal premio una sóla vez. Por supuesto, fuimos el país más veces vencedor de esta competición durante aquel decenio (nos impusimos en las ediciones de los años 91, 93, 94, 95 y 98).
Arantxa ha ganado 4 títulos de Grand Slam (3 Roland Garros y un Open U.S.A.), y ha quedado finalista en otras ocho ocasiones. Conchita, por su parte, se llevó el de Wimbledon en el 94, quedando finalista en torneos de Grand Slam otras dos veces (una en el Open de Australia y la otra en París). Desde 1989 y creo que hasta el 2000, ambas han finalizado cada año entre las 16 mejores del mundo, lo cual les daba el derecho a participar en el torneo de Maestras del Tenis Mundial a final de cada temporada (el llamado "Masters"). Arantxa llegó a su final en 1993, y a semifinales por lo menos en 1989, llegando a la ronda de cuartos de final muchas más veces. Conchita llegó alguna vez a esa ronda, al menos en 1996.
El mejor momento en las carreras de estas dos mujeres se produjo simultáneamente entre 1994 y 1996. En 1995, Arantxa llegó a ser número 1 del mundo, siendo Conchita a la vez 3ª (si bien al final de aquel año, Conchita terminó segunda en el ránking mientras que Arantxa acabó tercera; cosa extraña, que supuso que nuestra habitual número uno no lo fuera -aunque por breve período de tiempo, de pocos meses como mucho- desde 1985 u 86. El gran año de oro de nuestro tenis femenino fue, no obstante, el año anterior, en el que nuestras compatriotas -gracias también a la ausencia de Seles, alejada de la competición por cerca de dos años y medio- consiguieron alzarse con tres de los cuatro títulos de torneos de Grand Slam anuales (Arantxa ganó Roland Garros y Open U.S.A., mientras que Conchita lo hizo en Wimbledon).
Hasta ese día, como decía antes, este deporte me había parecido siempre aburridísimo e ininteligible, y yo lo rehuía siempre que lo veía en TV, cambiando de canal. Pero cuatro días antes, el martes 6 de junio, haciendo "zapping", vi una hermosa pista en la pantalla pero antes de cambiar reparé en que se trataba de mujeres las que jugaban (normalmente siempre me había topado con partidos entre hombres), y además salía un marcador con la bandera española al lado del apellido de la jugadora, en este caso, el de "Sánchez" (que iba además ganando). El otro apellido era "Novotna". Y poco después, el partido estaba terminando, vi cómo la nuestra alzaba los brazos y se dirigía a la red. Arantxa acababa de ganar su partido de cuartos de final del torneo (yo no sabía que era tal ronda), por 6-2 y 6-2. Me alegré, cambié de canal y me olvidé.
Pero dos días después, el jueves día 8, vi otra vez la misma hermosa pista con el mismo apellido español y otro, el de "Fernández", también hispano aunque éste con la bandera de EE.UU. (pues la jugadora a la que representaba es de padre español, asturiano). Arantxa volvió a ganar su semifinal con idéntico resultado que el partido anterior. Me alegré, cambié de canal y me olvidé. Pero no por mucho tiempo nuevamente porque, otros dos días después, aquel día 10, sábado, me dispuse a encender el TV para amenizar un rato en familia, pues además teníamos visita, un sacerdote amigo que iba a comer con nosotros. Encendí y vi la misma hermosa pista de tenis, esta vez aún más hermosa, porque estaba llena de gente, casi todos franceses supongo, presenciando la final femenina de su gran torneo, Roland Garros; y vi otra vez el apellido "Sánchez" y el de "Graf" (junto a la bandera de Alemania), pero esta vez la española iba perdiendo 2-1 (el partido había comenzado hace poco). Me senté y nos pusimos a verlo.
Entonces, por lo que decían los comentaristas, me puse al corriente de todo. Era una final. De un torneo importante. En Francia. Hacía mucho tiempo que España no conseguía tener un representante, jugador o jugadora en un partido de tal calibre, y era la primera vez que una jugadora lo lograba en este torneo francés. La rival era la número uno del mundo desde hacía bastante tiempo (su presencia, su físico, su forma de moverse y su actitud delataban su superioridad). Según el comentarista hablaba y el partido iba avanzando, yo iba metiéndome en la situación y en lo que aquel partido representaba, y veía cómo la nuestra mostraba una actitud que invitaba a animarla porque, aparte de que Graf era claramente la favorita, parecía como si Arantxa sintiera que podía hacer algo más que cumplir con las expectativas. Por supuesto, ella iba a intentar ganar, o a no ponérselo fácil a su rival. Y una actitud muy especial en esta joven compatriota se notaba desde el primer momento, en cada punto.
*Resumen largo del partido más memorable en la carrera de Arantxa Sánchez Vicario, el que la enfrentó a la número 1 del mundo, la alemana Steffi Graf, en la final de Roland Garros de 1989.
Y el milagro ocurrió. Después de 2h. y 58' de juego, Arantxa se dejaba caer, con un gesto de victoria y el aplauso de miles de espectadores (amén de los millones tanto en España como en le extranjero que lo seguirían por TV), sobre la tierra batida de la pista central de Roland Garros, para celebrar que acababa de vencer a la mismísima y casi invencible número uno del tenis femenino desde hacía dos años (y que continuaría siéndolo por casi otros dos más), la alemana Steffi Graf.
A partir de ese día, me convertí en seguidor forofo de nuestra entonces joven tenista hasta el final de su carrera.
Un ferviente fan de Arantxa
Empecé a seguir las andadurías de Arantxa en su carrera deportiva. Pocas semanas después de su sorpresa en París, comenzaba en Londres el torneo de Wimbledon, sobre pista rápida de hierba. Y entonces me empecé a familiarizar con otros apellidos de jugadoras de tenis, como Navratilova, Evert, etc. Arantxa llegó hasta cuartos de final, en cuya ronda se enfrentaba de nueva a la alemana Graf, pero esta vez, Steffi mostró su mejor juego para derrotar a Arantxa en un partido que sólo tuvo historia en el primer set: 7-5 y 6-1, después de haber se desecho en octavos de Mónica Seles cediendo sólo un juego, y venciendo luego en semis a Evert por 6-2 y 6-1 y a Navratilova en la final en tres sets.
Poco a poco, a partir de aquel verano de 1989, iba familiarizándome con el mundo del tenis, especialmente el femenino. Aprendí bien las reglas del juego y todo lo concerniente a este deporte, desde su sistema de puntuación hasta los detalles más comunes de los rituales de los partidos de tenis y la forma de jugar, los distintos tipos de golpes, estadísticas y anécdotas a base de escuchar a comentaristas y seguir resultados de Arantxa y otras jugadoras o jugadores en los periódicos y en el Teletexto de TVE, aparte de los partidos que podía ver jugar por TV. Me fui aprendiendo los nombres y apellidos de multitud de jugadoras de la WTA (Women Tennis Asociation), la Asociación Internacional de jugadoras de Tenis, en especial las que se enfrentaban contra Arantxa.
Me familiaricé con el calendario anual de torneos de tenistas profesionales de élite a nivel internacional, los nombres de tenistas, actuales y de épocas pasadas, prestaba atención a todo lo que leía y escuchaba de los comentaristas en los partidos, me fijaba en el juego... en fin, una observación curiosa y apasionada que me llevó a ser un aficionado al tenis en general y de nuestra Arantxa en particular, llegando a tener una visión global de este deporte bastante amplia.
Las navidades de aquel año 1989, mi tía me regaló una raqueta buena de tenis, de cierta apreciada marca, recomendada por mi prima Begoña. Y en su casa "El Olimpus", el gran chalet en el que ella y mis primos -sus hijos- vivían en aquella época, es donde empecé a jugar mis primeros partidos con alguno de mis hermanos o hermanas, o amigos, o mis primos mismos (pues allí, tenían una pista en la que ellos de vez en cuando jugaban, pues casi todos ellos habían sido formados tenísticamente. También había un buen espacio, contiguo a la pista, para jugar al frontón, donde me he pasado muchas más horas peloteando yo solo y aprendiendo a dar a la pelota y correr bien tras ella a cada golpe). Jugando y peloteando allí y en la pista del edificio de Leticia, amiga de mi hermana María y mía, es donde más he jugado libremente a este deporte, intentando recordar y poner en práctica tanto lo que me enseñaban en mis clases como lo que yo observaba en los partidos que veía por la tele.
Arantxa y Conchita.
Con Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, el tenis femenino español ha tenido, indudablemente, la mejor representación con gran diferencia en su historia. Dos grandes tenistas de prácticamente la misma edad triunfando simultáneamente y permaneciendo ambas largo tiempo en la élite mundial. Durante una década prácticamente entera, la de los años 90 del pasado siglo, estas dos heroínas estuvieron casi ininterrumpidamente entre las diez mejores raquetas femeninas del planeta.
*Partido de dobles decisivo, contra Suiza, tras el cual Arantxa y Conchita se proclamaron campeonas -formando equipo con Magüi Serna y Vivi Ruano- de Copa Federación en 1998, consiguiendo el 5º título en esta competición para España.
Arantxa ha ganado 4 títulos de Grand Slam (3 Roland Garros y un Open U.S.A.), y ha quedado finalista en otras ocho ocasiones. Conchita, por su parte, se llevó el de Wimbledon en el 94, quedando finalista en torneos de Grand Slam otras dos veces (una en el Open de Australia y la otra en París). Desde 1989 y creo que hasta el 2000, ambas han finalizado cada año entre las 16 mejores del mundo, lo cual les daba el derecho a participar en el torneo de Maestras del Tenis Mundial a final de cada temporada (el llamado "Masters"). Arantxa llegó a su final en 1993, y a semifinales por lo menos en 1989, llegando a la ronda de cuartos de final muchas más veces. Conchita llegó alguna vez a esa ronda, al menos en 1996.
El mejor momento en las carreras de estas dos mujeres se produjo simultáneamente entre 1994 y 1996. En 1995, Arantxa llegó a ser número 1 del mundo, siendo Conchita a la vez 3ª (si bien al final de aquel año, Conchita terminó segunda en el ránking mientras que Arantxa acabó tercera; cosa extraña, que supuso que nuestra habitual número uno no lo fuera -aunque por breve período de tiempo, de pocos meses como mucho- desde 1985 u 86. El gran año de oro de nuestro tenis femenino fue, no obstante, el año anterior, en el que nuestras compatriotas -gracias también a la ausencia de Seles, alejada de la competición por cerca de dos años y medio- consiguieron alzarse con tres de los cuatro títulos de torneos de Grand Slam anuales (Arantxa ganó Roland Garros y Open U.S.A., mientras que Conchita lo hizo en Wimbledon).
*Click aquí para acceder a la entrada de mi blog de Poemas y Canciones dedicada a las tres tenistas españolas que han conseguido algún título de Grand Slam: "Arantxa, Conchita y Garbiñe".
En cuanto a los JJ.OO., nuestras dos tenistas lograron también importantes galardones: Arantxa dos platas (dobles -junto a Conchita- en Barcelona'92 e individual en Atlanta'96) y dos bronces (individual en Barcelona'92 y dobles -junto a Conchita- en Atlanta'96). Conchita, la plata y el bronce mencionados conseguidos con Arantxa y un tercer metal, su segunda plata (dobles -junto a Vivi Ruano- en Atenas'04). Arantxa ha confesado que su gran sueño frustrado es poder haber sido abanderada de España en una de las citas olímpicas en las que ha participado, especialmente después de haber conseguido sus cuatro medallas. Aparte de ello, en sus memorias, deja claro que siempre ha tenido gran motivación por competir representando a su país en unos Juegos, siendo un honor para ella, sobre todo, haber tenido la suerte de hacerlo en su país y en su ciudad natal, Barcelona.
Aquella época en que estas grandes jugadoras españolas estaban plenamente en competición, la época de comienzos de los 90, fue además, una era brillante en el tenis femenino. Muchos coinciden en afirmar que se trata de la era del tenis que más interés y seguidores suscitó en la historia de este deporte en categoría femenina. Grandes y emblemáticas tenistas, como Steffi Graf, Mónica Seles, Gabriela Sabatini, las hermanas Manuela, Katerina y Magdalena Maleeva, Jana Novotna, Mary Joe Fernández, Jennifer Capriati, Mary Pierce... amén de nuestras dos campeonas, amenizaron a los aficionados de este deporte con un juego a la vez técnico, vistoso, emocionante, y de calidad como nunca antes lo fue ni ha vuelto a ser después.
Tenis masculino
Durante unos 20 años o más, hemos tenido habitualmente unos diez o más tenistas entre los 100 mejores de la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales), desde aquellos primeros triunfos en los 90.
Esta gran Armada ha arrollado en el panorama del tenis internacional, especialmente en tierra batida, la superficie en que han sobresalido tradicionalmente nuestros tenistas. Desde 1993, con el primer triunfo en Roland Garros de Bruguera, los españoles hemos vencido en el torneo parisino en la mayoría de ediciones siguientes. Sólo Nadal, ha vencido allí doce veces -el mayor número de victorias conseguida por un tenista en su historia, doblando al segundo que más veces lo ha hecho-: en 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018 y 2019. Sergi Bruguera (1993 y 94), Carlos Moyà (1998), Albert Costa (2002) y Juan Carlos Ferrero (2003) completan el palmarés de españoles victoriosos en París desde aquel primer triunfo de Bruguera.
*Rafael Nadal emocionado mientras se escucha el himno de España en la pista central de Roland Garros, en París.
Tenis español en la actualidad
A día de hoy, no tenemos dos grandes tenistas como por aquel entonces, la época dorada del tenis femenino español, pero sí una, Garbiñe Muguruza, la cual ha vencido en dos ocasiones en un torneo de Grand Slam (Roland Garros en 2016 y Wimbledon en 2017). Ha quedado finalista también en otras dos ocasiones (Wimbledon 2015 y Open Australia 2020). Está muy bien, porque ha superado a una de aquéllas, Conchita Martínez, en número de títulos de este calibre logrados; así, podríamos decir que es la 2ª mejor tenista española de la historia (después de Arantxa).
Garbiñe tiene nacionalidad española pero es de origen venezolano (padre vasco y madre de aquel país). Es una jugadora de bonito físico y estilo jugando. Hay que destacar que el tenis femenino de hoy en día no tiene la calidad ni la belleza del que se exhibía en aquella era dorada (tanto del tenis español o a nivel mundial general). Las jugadoras de ahora hacen gala de una gran potencia en su repertorio de golpes, y el juego es notariamente más rápido, pero no resulta tan grato para el espectador como el tipo de juego de aquel entonces.
En 2017, Muguruza llegó a copar el número 1 en la WTA, al finalizar la temporada. Se dio el caso de que se produjo un doble número 1 simultáneo de España en la WTA y ATP, siendo ambas listas encabezadas por un española y una español, respectivamente, poco después de vencer Nadal en el Open USA aquel año. Fue la única vez que ha sucedido esto en la historia del tenis.
*Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza, exhibiendo contentos la bandera de España simbolizando la hegemonía de nuestro tenis al término de 2017, siendo en ese momento (al que, por supuesto, esta foto pertenece) ambos nº1 del mundo en sus respectivas categorías masculina y femenina.
Como he comentado antes, Rafael Nadal está considerado como el mejor deportista que ha tenido España en cualquier disciplina. Para muchos, es también el mejor tenista a nivel mundial en la historia de este deporte. Si tenemos en cuenta la cantidad de torneos ganados, especialmente los de tierra batida, creo que el español ha superado ya al anterior que ostentaba tal privilegio, el argentino Guillermo Vilas (me parece). En cuanto a torneos de Grand Slam, Nadal tiene 19 títulos. Es, después del suizo Roger Federer (todavía en activo también), con 20, el más galardonado con títulos "grandes". El serbio Novak Djokovic es, de los tenistas aún en activo, el que les sigue, con algunos menos. Federer, Nadal y Djokovic son los tres grandes jugadores de actualidad en el tenis masculino, si bien sus carreras están ya en su declive (no tanto la del serbio, que es algo, pero no mucho, más joven).
*Vídeo que muestra muchos de los grandes y más aplaudidos puntos jugados y ganados por Rafa Nadal en su carrera.
En Roland Garros, su torneo favorito (como el de la mayoría de los jugadores españoles, en general, por nuestro estilo de juego, que se adapta mejor a la pista lenta, resultando más factible nuestras victorias en tal tipo de superficie), ha vencido (como ya he señalado) en doce ocasiones. Una cantidad asombrosa. No sé si supera ya al australiano Rod Laver, quien, antes de la era open me parece, consiguió también un admirable número de títulos del Open de Australia (su país).
En el resto de torneos de Grand Slam, Nadal ha conseguido también al menos una victoria en cada uno de ellos (1 Open Australia, 2 Wimbledon y 4 Open USA). Creo que ningún jugador español, después de Manolo Santana, había conseguido más de un total de tres de estos grandes títulos.
Arantxa y Rafa, quienes por un lado una marcó el origen de una era en el deporte español, y por otro lado el otro marcó la culminación, son pues, los dos más grandes tenistas españoles de todos los tiempos.
Está muy bien la entrada sobre el deporte español y en especial el tenis. He visto un error cuando hablas del deporte español en general y mencionas a Ángel Nieto en Fórmula 1. Cambia ese dato porque Ángel Nieto ha sido el mejor deportista español de España y yo diría del mundo y de todos los tiempos con sus 12+1 campeonatos mundiales en motociclismo.
ResponderEliminarUn beso Jorge. Están muy bien tus entradas en tu blog.
Ya está subsanado el error, y brevemente desarrollado ese párrafo pues, como te dije, me había dejado algunos motoristas en el tintero. Gracias por tu observación, así voy corrigiendo cosas que en principio estaba equivocado.
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